Hablar de la Catedral Metropolitana de Guayaquil no solo es hablar de religión. Desde su estructura, la oficialmente Catedral de San Pedro es arte, historia, con un estilo neogótico que predominó en la arquitectura religiosa, escultura y pintura de la Europa del siglo XII y XV.

Por dentro, sus paredes, pisos y suelos guardan una gran riqueza artística en esculturas, estatuas, figuras, cuadros, en los 126 vitrales multicolores, y hasta en una pequeña cripta y mausoleo, donde reposan los restos de sacerdotes, obispos y personas civiles vinculadas con la Iglesia católica, con agradecimientos y recuerdos de hasta unos 200 años.

En todos sus rincones resaltan las obras artísticas, muchas de ellas a la vista de quienes acuden a misa o de turismo, como las imágenes o estatuas de Cristo, santos, apóstoles, beatos, y otras que están en sitios poco visitados o conocidos por los devotos. Una de ellas permanece dentro de la sacristía, donde se guardan todos los objetos que se van a utilizar en la liturgia: como copas, libros, copones y donde se revisten los sacerdotes.

En la habitación existe una escultura elaborada en mármol blanco, similar a las que están en el Cementerio General, y en honor al cuencano Belisario Gonzales, quien, según registros del historiador Rodolfo Pérez Pimentel, fue “un industrial inteligente. Construyó un muelle frente a su casa de madera, planta baja y un piso alto, ubicada en el malecón, entre Colón y Mejía, donde vivía. Importó una máquina para elaborar cacao y otra para limpiar algodón, también adquirió un aserrío a vapor”.

En un extracto de la leyenda poética que está colocada en la lápida se indica que ahí yacen sus restos:“Corta fue su carrera entre los hombres más inmensa para todas las afecciones i todos los deberes como amigo, como amante hijo i hermano (...) la compañera de sus días levanta este monumento a su memoria...”,    lo firma Josefa Viveros de Gonzales.

Se desconoce qué provocó que el busto cayera a un costado de donde se levanta la obra y donde resaltan dos figuras de mujeres con vestimenta griega.

En el sitio también se rescató un vitral que estaba afectado, pero que fue reparado por su propio autor, el artista Jorge Narea, según explicó el padre Francisco Sojos, rector de la iglesia, quien revela que existen diferentes proyectos para el salvataje de los vitrales mayores, por lo que se están buscando instituciones internacionales que ayudan en el rescate de patrimonios.

Otro sector que también está pasando por un proceso de limpieza y readecuación es la pequeña Cripta, ubicada debajo del altar mayor donde se celebra la misa.

“Es el descanso de sacerdotes, monseñores y de personas vinculadas a la iglesia”, destaca el padre Sojos, al resaltarla como una zona muy bonita, donde los feligreses pueden entrar a rezar, así como los turistas para conocer esa parte de la Catedral de Guayaquil.

Una de las tumbas más antiguas que reposan en la Cripta es la de monseñor Pío Vicente Corral, que data del 10 de octubre de 1901; y de 1905 que corresponde a Francisco Javier Caputti de Aquino.

Pero, según registros históricos, hay tumbas que tienen 200 años. En la parte externa de la Cripta están colocadas pequeñas plaquetas elaboradas en mármol, en memoria o agradecimiento de personas, algunas de ellas de conocidas familias de la ciudad. La más antigua es la de Chas Salmon, en la que se lee:nació en Kingston y fue sepultado en Portoviejo. Julio 7 de 1879.

Aunque no se concretó el acceso al Mausoleo Episcopal,    se conoce que en el sitio se conservan artículos, retratos, óleos y placas de los arzobispos que ha tenido la ciudad, empezando por quien la construyó: Francisco Xavier de Garaicoa, nombrado el primer Obispo de Guayaquil.

Una iglesia en constante reparación

Según registros de la Catedral, la iglesia fue construida por Francisco Xavier de Garaicoa. Fue elevada a esa categoría el 29 de enero de 1838, está en servicio hasta 1925, año en que comenzó su demolición, aunque siguió prestando servicios.

En junio de 1922, durante la sesión que se celebra para formar el Comité Pro Reconstrucción de la nueva Catedral, se hace hincapié del estado en que se encontraba: ‘Viendo el estado ruinoso y el completo deterioro de la Catedral de esta ciudad, y bajo el prudente temor de un lamentable desastre, por ser toda íntegra construida de madera”. La Iglesia Matriz, añade el texto, se trasladó a la ciudad nueva en 1695, y su nueva edificación se inauguró el 2 de febrero del mismo año. Antes habían tenido esa categoría las iglesias de Santo Domingo y la Concepción, construidas en terrenos irregulares en las faldas del cerro Santa Ana, en la denominada ciudad vieja.