Un Guayaquil donde no se respire miedo, incertidumbre y desazón; que desaparezca el pánico al momento de pasearse por los malecones, plazas o parques, debido a que está latente esa sensación de ser el siguiente en ser asaltado. Quitar de en medio las islas de calor, incrementar el arbolado, las áreas verdes, recreativas y darle a la ciudad más luminosidad... Estos comentarios componen el abanico de anhelos en los que concuerdan los guayaquileños, y aquellos de afuera que decidieron vivir en esta ciudad, y que tienen la firmeza de que llegarán a oídos de las autoridades para que se cumplan en este 2023.

Ellos gritan por una ciudad habitable, sin contaminación, con sombra, con planificación, sin retrasos en las obras prometidas en sus vecindarios, pero sobre todo, la mayoría apunta a la vigilancia. Están cansados de que no haya un plan de seguridad, por lo que, remarcan, es momento de sumar esfuerzos para lograr finalmente detener la ola delictiva que sigue golpeando a Guayaquil.

Fátima López, del barrio del Seguro, reclama por más sitios para el adulto mayor y estrategias para que su sector, por ejemplo, recobre la identidad de su nombre. “Quiero volver a tener esa seguridad de salir a calle sin miedo a recibir una bala perdida tras una balacera. Ya es tiempo de que todos nos sumemos para ir hacia una mejor ciudad. Arreglo de vías y programas para el adulto mayor y jóvenes, aún nos falta”, recalca la mujer que este año se vio obligada a colocar cámaras de vigilancia fuera de su vivienda.

Un comentario similar formula Katy Sabando, de la ciudadela Los Esteros, en el sur, pero espera que en la siguiente administración haya más transparencia y que se atiendan “prioridades”. “Pensar en una ciudad o país sin corrupción es difícil, por lo que espero mayor participación ciudadana, con verdaderos líderes barriales y que el Concejo Cantonal tenga proyectos que beneficien a todos, y que se manejen mejor los recursos”, opina Sabando.

En medio de este panorama, Gustavo Rivadeneira, líder comunitario del distrito 3 de la ciudad, aguarda que se ponga en marcha un proyecto de regeneración urbana que presentó en 2020, pero la pandemia lo postergó. Ahora hace un llamado al Cabildo para que lo retome. ¿De qué se trata? Rivadeneira lo aterrizó a su sector: mejorar al emblemático barrio del Salado, en una iniciativa que contempla tres fases.

La primera es transformar los muros del cerramiento de la Piscina Olímpica Garay-Vallarino en paredes interactivas que comuniquen a la ciudadanía y al turista la historia de la natación y el atletismo de Guayaquil; levantar locales gastronómicos para que se repita el escenario de la calle Panamá en las vías Luque y García Moreno. “Y transformar en peatonal la avenida 9 de Octubre desde la Plaza del Centenario hasta el Malecón del Salado. Lo veré convertido en una realidad en el nuevo año 2023”, aspira el dirigente comunitario.

Que se vuelva peatonal esta arteria, la principal de Guayaquil, también es el deseo de emprendedores y ciclistas, como Clara Morán, de La Garzota, pues así, dice, le daría más vida al centro y acudirían las familias para disfrutar de múltiples actividades. “Más opciones para el disfrute y que Guayaquil se baje del carro, que hay muchos. Eso quiero”, concluye.