Emily Paola Macay Mera es una deportista de corta edad, pero con importantes logros conseguidos y sueños encaminados donde piensa siempre en grande. Quedarse estancada no es una opción, siempre quiere ir por más.

“Mi sueño es llegar a representar a mi país en unos Juegos Olímpicos, me veo en un futuro compitiendo y conociendo el mundo gracias al tenis de mesa”, expresa la manabita, de 11 años.

Emily viene de representar al país en los Juegos Sudamericanos de la Juventud que se desarrollaron en Argentina, en mayo pasado. Allí obtuvo importantes y motivadores resultados.

“He tenido muchos logros gracias a Dios, tanto a nivel nacional como internacional, entre ellos los más destacados han sido el tercer lugar en el Wtt Youth Contender en Cuenca 2021 y ser Campeona Sudamericana en dobles y por equipos en Salta, Argentina 2022, también fui vicecampeona en dobles mixtos en el mismo Sudamericano”, indicó.

Esta última experiencia internacional la manabita la describe como bonita y enriquecedora, porque aparte de tener logros le ayudó a crecer como deportista y ser humano.

“El tenis de mesa para mí es emoción y alegría, me ayuda a ser más disciplinada y a relacionarme con muchas personas de diferentes ciudades, países y culturas”, expresó.

Emily no puede ocultar que estar en una competencia es algo único y maravilloso. “Para mí es muy importante porque me permite representar con orgullo a mi provincia y a mi país, es muy emocionante y al mismo tiempo una gran responsabilidad”, exteriorizó.

La destacada deportista está consciente que nada es fácil, que los objetivos a corto, mediano y largo plazo tienen una base de esfuerzo, dedicación y entrega por lo que se quiere lograr.

“Ha sido un camino arduo desde hace 4 años que he tenido de entrenamiento, mucho esfuerzo y sacrificios y en los selectivos nacionales tuve que llegar en los primeros puestos para poder representar de la mejor manera y con mucho orgullo a mi país Ecuador”, confiesa.

A su edad y con una carrera por delante, Emily recuerda que todo empezó cuando su papá la llevó al coliseo de Tenis de Mesa. Allí, el profesor Guillermo Pino la invitó a ser parte de esta disciplina. Al inicio fue como un hobbie, pero luego acudía a entrenar todos los días hasta que terminó haciendo del deporte un estilo de vida.

Es por ello que se atreve a enviarle un mensaje a quienes tienen sueños, pero que no se arriesgan a ir por ellos. “Que nunca se rindan porque el esfuerzo de cada día tiene sus recompensas”, expresó.