Independiente del Valle es un equipo artesanal en el manejo, en el pase, llevando la pelota hacia delante colectivamente. Le falta lo que no se entrena, lo que no se planifica, que es el talento individual dentro del área. La jugada original, la gambeta, la improvisación. Después todo, lo demás lo tiene resuelto.

Sin errar toques, el jugador de Independiente prioriza la exactitud y la precisión, que el pase llegue a destino, solo después piensa en la segunda jugada, en correr hacia el espacio. Y es que el fútbol tiene crueldad. Lo que te hace importante cuando ganas te hace inútil cuando pierdes.

La tenencia de la pelota no es ninguna estrategia, es una necesidad como cerrar la última jugada. En la recuperación del balón, neutralizar es superar. El azar juega, no se puede tener todo controlado.

Bajo ese contexto, llega a Independiente una figura reconocible como Moreno Martins, quien tiene todos los fundamentos de la distracción: desaparece de la marca. Desocupa un espacio y ocupa otro. Desarticula defensas que llegan tarde a las presiones. Difícilmente un central se puede interponer en un pase que tiene intenciones de ir hacia Moreno Martins.

Calcula bien y hace que la pelota baje al rincón inatajable. Muy conectado y participativo, juntas rivales por la izquierda. Si lo marcan tres adversarios, ya tiene dos compañeros libres.

Esto de amontonar marcas es importante, porque desata el nudo en otro rincón de la cancha. Es difícil descifrar la palabra intuir. Es un poco información que va dando la jugada. Se intuye lo que va a pasar a partir de cierta información… Depende la postura del perfil, cómo viene el centro, qué clase de remate debe sacar, cuándo enviarla a la red. En aquello, Moreno Martins es un capo di tutti capi (jefe de todos los jefes).