Sabe temporizar, tocando hacia atrás o hacia los costados, pero su primera mirada es hacia delante. Minimiza al adversario, lo aguanta , no lo deja girar. No es lo mismo perseguir que llegar antes. Le sobra energía y juego expansivo. Completa los pases.

Para jugar se requiere compromiso y para defender, esfuerzo colectivo. Orden y actitud van de la mano.

Gaibor mezcla las asociaciones cortas con los envíos largos. Toca, vuelve a tocar y no se le olvida el remate al gol. Claridad de ideas y atributos de crack lo han convertido en un jugador entero. Su diestra delicada toma buenas decisiones. Cuando se ficha a un jugador como Gaibor, es para que gane los partidos con ocurrencias que el entrenador ni se imagina. Talento de largo recorrido que se siente igual de cómodo en el círculo central que en el área contraria. Pocos tiros al pecho del arquero. Piensa rápido y bien.

No le cuesta meter asistencias ingeniosas entre líneas en los espacios que importan, entre volantes y defensores. Brilla en un equipo diseñado para jugadas veloces.

Si eres demasiado vertical y no juntas cuatro o cinco pases, es difícil lograr un equipo agrupado.

Tener talento es solo parte de la solución; el talento necesita de la libertad justa, necesita de otros talentos para que entre en armonía. Fabián Bustos armará el triángulo Piñatares-Souza-Gaibor. Hay partidos que se ganan por temperamento, por impulso. El fútbol es un acto de rebeldía, rebelarse ante lo que no sale. Fernando Gaibor es importante para recuperar la pelota y para gestionar. Responde a imprevistos con la velocidad de un reflejo. Puede desequilibrar desde el amague en el momento oportuno. No le cuesta imponerse con su laboriosidad de hormiga.