El jarro de agua fría fue menos fría, pero no menos doloroso. Hasta el miércoles 14 de diciembre, Marruecos había soñado con poder entrar en la final del Mundial, pese a que sus andares desentonaban entre la aristocracia del fútbol. Sin embargo, siempre hay alguna sorpresa y esta vez le tocó a un equipo aguerrido y fuerte.

Y es que pese al resultado (2-0), la selección marroquí ya es el orgullo de África, un continente que nunca había visto a ninguno de sus representantes superar los cuartos de final, y el orgullo del mundo árabe, que no se había asomado más allá de los octavos.

La gesta de ‘los leones del Atlas’ abre un nuevo camino de esperanza para todos los modestos del planeta y su cruzada resulta un llamado a la insurrección generalizada contra el poder establecido.

El fruto de la estrategia marroquí se vio en Catar. Cuatro jugadores nacidos en Bélgica, cuatro en Países Bajos, dos en Francia, dos en España, uno en Italia y Yassin Bono, en Canadá, plantaron cara a Croacia, derrotaron a Bélgica y Portugal y eliminaron a España.

Y es que los últimos ocho años, Marruecos tuvo como eje una política de detección de talentos en todo el mundo. La idea era entrar en contacto con ellos antes, incluso, de cumplir los 15 años y comenzar a trabajar a edad temprana. Así rompieron con la tradición, que era convencerlos una vez formados de defender los colores de Marruecos, pujando para ello con sus países de nacimiento, obligados a veces a poner dinero encima de la mesa.

A lo largo de los años, la federación magrebí hizo concentraciones de formación entre ellos para implicarlos en su proyecto. Así acabó por llevar a sus redes a nombres como Achraf Hakimi, Sofiane Boufal, Hakim Ziyech o el propio Bono, entre otros.

Junto a esa política, Marruecos mejoró las instalaciones nacionales y creó el centro Mohamed VI para convertirlo en un buque insignia de su fútbol.

“Ahora estamos obligados a no bajar los brazos... Sentíamos el impacto de la gesta que hemos hecho; queríamos hacerlos soñar. Tenemos que digerir esta derrota. Hemos estado cerca de una hazaña todavía mayor, pero nos han faltado los detalles que te hacen campeón del mundo”, indicó el DT Walid Regragui tras la derrota.

Marruecos completó el mejor Mundial de su historia, y que su gesta abre ahora nuevas vías para asaltar el Olimpo.

Los “leones” tienen una última misión. Este sábado 17 de diciembre se medirán a Croacia por el tercer puesto del Mundial. Regragui aseguró que es un premio de consolación digno, pero también dijo que será un buen momento para dar minutos a aquellos que han jugado menos. Su guerra terminó. Hasta ahí llegó el orgullo. Solo queda repetirlo en el futuro.