Un pedestal modesto, pero con brillo para que Croacia recibiera el sábado 17 de diciembre el bronce del Mundial 2022. La expedición croata seguía a su líder: Luka Modric, quien fue el primero en recibir la medalla y con su sonrisa iluminó todo el estadio Khalifa.

Con 37 años, el jugador caminaba feliz. Aunque la edad parece indicarle la puerta de salida. El estado de forma, no. Y es que resulta difícil imaginar que Modric pueda vestir la camiseta croata en otro Mundial; aun así, el futbolista no cierra la puerta del todo. Nadie lo hace cuando se trata de un jugador incombustible.

“Sobre el futuro vamos a ver qué pasa. Por lo menos quiero seguir hasta la Liga de Naciones y luego veremos”, aseguró el croata, quien deja entornada la puerta hacia todas las posibilidades.

El duelo por el tercer puesto contra Marruecos (2-1) aparecía como el último fogonazo de un jugador que parece eterno, el artífice de que un pequeño país de menos de cuatro millones de habitantes se encaramó dos años consecutivos al podio mundial.

De momento nada indica que el jugador del Real Madrid vaya, por ahora, a abandonar la selección. La perspectiva de jugar al cabo de esta temporada la final de la Liga de las Naciones parece clara. Menos evidente es que llegue a la Eurocopa 2024, en la que disputaría su novena fase final con la camiseta ajedrezada.

El fin de semana, Modric volvió a despertar admiración. Compañeros de selección, jugadores de otros equipos, seleccionadores, comentaristas... se rindieron al talento inoxidable de un jugador único, cuya calidad lo ha llevado a lograr las más altas recompensas, pese a que no es un gran goleador. “Es uno de los cinco mejores centrocampistas de la historia”, señaló su compañero Josko Gvardiol.

El croata no consiguió meter por segundo año consecutivo a su país en la final. Tropezó contra Argentina, pero en el camino dejó un cadáver de peso, Brasil, que llegaba con la vitola de favorita.

Hace cuatro años fue elegido el mejor jugador de Mundial, pese a que perdió la final contra Francia. Fue el reconocimiento a su labor oscura, la misma que lo condujo ese año al Balón de Oro y al premio de mejor jugador de la FIFA, rompiendo la hegemonía de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, que venían repartiéndose las recompensas desde 2007.

Y es que con Croacia, Modric lo ha sido todo. Desde 2016 que se puso el brazalete de capitán, es la referencia absoluta de una nación que se codea con las mejores. Sus 163 partidos internacionales son un récord en el país.

De pequeña estatura, su peinado de los 70 y sus profundos ojos azules, Modric ha marcado la historia de los Mundiales, pese a que no ha tenido la recompensa que buscaba, el triunfo final.

Sus pases sedosos son ya parte de la imagen del fútbol y algunos de ellos están en la historia de la Copa del Mundo. Su exterior del pie es legendario.