Cada 8 de marzo se conmemoran las luchas que por décadas las mujeres han tenido que batallar para alcanzar igualdad en ciertos derechos que parecían únicos y exclusivos de los hombres.

Mejores salarios, el derecho al voto, reducción de la jornada laboral y otros aspectos que precarizaron las condiciones de vida de las mujeres.

Y aunque parezca que muchos de esos derechos ya están garantizados en pleno siglo XXI, aún están marcadas en las sociedades ideas sobre mujeres excluidas y sujetas a las voluntades masculinas.

En este caminar histórico de mujeres valiosas que se fueron en contra de lo “socialmente correcto” como Virginia Woolf, Clara Zetkin, Frida Kahlo, entre otras, surgen nuevas generaciones que desde sus trincheras y realidades extienden la lucha femenina.

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Y es que exigir por el derecho a ser libres de decir la forma de vida, derecho a no ser violentadas, abusadas y asesinadas se extiende a diferentes latitudes y más a los países y ciudades donde la violencia machista está más marcada.

Desde Ecuador, esta lucha espera que un día la violencia en contra de la mujer llegue a un mínimo histórico, pero muy lejos de aquello las cifras van en aumento con más de 300 mujeres asesinadas en 2023, lo que hace que las alertas continúen encendidas.

La lucha feminista desde la ecología

Mishelle Calle lleva 17 dentro del activismo ecologista y feminista. Desde los 12 años se involucró en las actividades comunitarias de la Asociación de Zonas Rurales de Cuenca y pese a no tener conciencia plena del ámbito político, disfrutaba de compartir en jornadas de minga y trabajo comunitario. Así paso toda su adolescencia.

En el inicio de su vida universitaria, en la carrera de Derecho, Calle brindaba asesoría jurídica a proyectos de turismo comunitario en la parroquia de Molleturo. En ese momento de la historia las comunidades de la zona batallaban en contra de la minería en la zona de Río Blanco.

Poco a poco su asesoría en turismo comunitario se transformó en acompañamiento para las mujeres de la comunidad que se veían obligadas a desplazarse de sus territorios por la minería.

En este contexto, en 2018, fue parte del grupo de mujeres que fundó la organización Sinchi Warmi que congregó a las habitantes de San Pedro, Río Blanco y Molleturo.

En la misma zona además fundó la iniciativa Warmi Muyu, un proyecto que comercializa las artesanías creadas por las mujeres de la comunidad y les brinda un recurso económico distinto al proveniente de la minería.

En la actualidad, y sin dejar de lado sus primeros proyectos, es la fundadora del colectivo de ‘Bordadoras autoconvocadas’ que nació durante las protestas de 2022 en contra del Gobierno de Guillermo Lasso.

Todas estas luchas, confiesa Calle, nacen de una promesa personal al haber crecido dentro de una familia en donde la violencia simbólica fue muy marcada. “Mis abuelas nunca pudieron decidir sobre sus vidas y prometí que ninguna otra mujer de mi familia debía ser limitada en sus sueños”, señaló.

La emancipación de las mujeres

María José Machado no fue feminista desde siempre y su despertar de lucha esta ligado a un episodio de violencia que se vio obligada a vivir mientras cursaba el último año de su carrera profesional en Derecho.

La agresión verbal que sufrió de parte de un docente de la carrera le hizo comprender por primera vez lo que es luchar por sus derechos en contra de todo un sistema gigante y robusto.

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A la par de este episodio personal, también se acercó de forma directa a decenas de casos de mujeres que utilizaban el consultorio jurídico gratuito para “rogar” por los derechos de sus hijos con demandas por pensiones alimenticias, con solicitudes de medidas de protección por la violencia en la que vivían dentro de sus familias.

Es así que el camino la llevó a estudiar todo el contexto histórico de estas luchas que antes las veía lejanas y hasta un tanto “exageradas”.

Considera que el camino del feminismo aún lo sigue transitando y entendiéndolo en su máxima expresión.

Desde su postura como jurista, tuvo la posibilidad de ejercer cargos públicos como Concejal del cantón Cuenca que el abrió la puerta hacia espacios como el Consejo de protección de derechos, con la Mesa de erradicación de violencia de género y con la Red de Salud Sexual y Reproductiva del Municipio de Cuenca.

Impulsó la Ordenanza para la inclusión, el reconocimiento y Respeto a la diversidad sexual y sexo-genérica en el cantón Cuenca, y desde el departamento de igualdad de género del Municipio de Cuenca impulsó varias políticas públicas para la igualdad.

En la actualidad, un poco alejada del activismo por cuestiones académicas, considera que la lucha femenina tiene como frentes de lucha la emancipación de las mujeres para poder decidir y la igualdad real.

Explica que lo dicho se debe aplicar tanto en lo público a través del garante de derechos que es el Estado, pero también desde la sociedad civil que ha normalizado la violencia que se ejerce en contra de las mujeres feministas.

Ve con preocupación el ataque que sufren las personas defensoras de derechos humanos y el riesgo que ahora representa identificarse como activista.

Señala que el avance de grupos opositores de extrema derecha es un peligro que implica el retroceso en materia de derechos que ya fueron conquistados.

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