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Excavación arqueológica, imagen referencial.JamesDeMers/pixabay

Los primeros humanos habrían cocinado primero con aguas termales, no con fuego

Una bacteria que solo vive en altas temperaturas es la primera pista que llevó a investigadores a armar esta teoría. Conoce todos los detalles

El hacer fuego y luego usarlo para cocinar los alimentos es visto como un pilar de la evolución de ser humano, un hito que se remota a un millón de años atrás, toda vez que no hay evidencias de que se le haya empleado antes. No obstante, no sería el primer medio para la cocción empleado por nuestros antepasados.

Es que un nuevo estudio científico indica que los primeros seres humanos ya podrían haber empezado a cocinar sus alimentos no con fuego, sino con aguas termales.

La investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en la que participa la Universidad de Alcalá y se desarrolla en la garganta de Olduvai, en Tanzania, donde hallaron la evidencia que estructura y soporta su hipótesis.

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En Olduvai se descubrieron los primeros restos de nuestro género hace dos millones de años: Homo habilis y Homo erectus. En 2015, el Proyecto de Paleoantropología y Paleoecología de Olduvai (TOPPP, por sus siglas en inglés) a través de Fernando Diez-Martín, de la Universidad de Valladolid, descubrió, en el yacimiento FLK West, los restos achelenses más antiguos de Olduvai, hace 1,7 millones de años.

El achelense fue una fase en la evolución humana, en la que la mente aparece por primera vez compleja y planificadora. Es el momento en el que se elaboran herramientas de gran tamaño y simétricas cuya forma es intencionada, siendo el bifaz la más representativa. En el paisaje que rodeaba entonces a FLK West, aquellos seres humanos dejaron uno de los registros más impresionantes de la fase inicial de nuestra evolución. El uso intenso que hicieron de un paisaje de más de dos kilómetros no tiene equivalente en ninguna otra parte del globo.

El TOPPP, con sede en el Instituto de Evolución de África (IDEA) de la Universidad de Alcalá, lleva quince años trabajando en la famosa garganta, más conocida como la Cuna de la Humanidad, situada a pie del Ngorongoro en el ecosistema del Serengueti, en colaboración con el Museo Nacional de Tanzania.

Recreación de una escena de homo sapiens empleando aguas termales para cocinar sus alimentos.
Recreación de una escena de homo sapiens empleando aguas termales para cocinar sus alimentos.AGENCIA SINC

LAS EVIDENCIAS D LAS AGUAS TERMALES

Hace seis años, TOPPP y sus directores iniciaron un ambicioso proyecto de reconstrucción de dicho paisaje. Como parte de dicho estudio, iniciaron un proyecto de colaboración con el laboratorio Summons del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos para analizar biomarcadores en los sedimentos. Ainara Sistiaga, del MIT y la Universidad de Copenhague (Dinamarca), lideró dicho análisis.

En conjunción con Roger Summons y Kate Freeman, de la Universidad de Pensilvania (EE UU), realizó un descubrimiento: en toda la superficie de aquel paisaje abundaban los biomarcadores de la vegetación y la fauna que contuvo. Sin embargo, entre ellos, aparecieron unos marcadores inesperados, unos lípidos que generan algunos microorganismos bajo altas temperaturas.

Mira un video sobre esta investigación:

Los marcadores de lípidos eran los mismos que produce una bacteria (Thermocrinis ruber), que se encuentra comúnmente en ambientes acuáticos muy calientes, cuya temperatura supera los 80º C. En la actualidad, se encuentra en abundancia en ambientes de fuentes termales. La presencia de esta bacteria en esos lugares indicaba la presencia de agua muy caliente.

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Que la presencia de los homínidos se intensificara en proximidad a dichos lugares significa que, muy probablemente, supieron hacer uso de dicho recurso. En origen, el hallazgo de animales muertos en un entorno termal y cocinados “naturalmente”, podrían haber incentivado que aquellos seres humanos iniciaran de manera intencionada su incursión en el mundo de la transformación de alimentos previamente a su consumo y que las primeras cocinas naturales hubieran sido ambientes termales.

Semejante descubrimiento revolucionó la adaptabilidad de aquellos primeros humanos. Al cocinar la carne, no solo la hacían más digerible, sino que, además, eliminaban potenciales bacterias dañinas. Igualmente, al poder cocinar pudieron, por primera vez, acceder a un universo de carbohidratos en los abundantes tubérculos que contienen los ecosistemas de sabana donde estaban evolucionando.