Está ubicado a la orilla izquierda del río Tomebamba, entre el silencio de las paredes, patios y terraza, cerca, muy cerca al Puente Roto. Es el Complejo Patrimonial Todosantos, herencia arquitectónica convertida en una riqueza con recuerdos ancestrales de la Cuenca antigua escrita por la congregación de religiosas Oblatas, desde 1892. Son 131 años de su llegada a la capital azuaya trayendo la dulzura con sus habilidades en la elaboración de alfajores, galletas tradicionales, los panes de rodillas de Cristo, otros con cebollín y queso, los integrales, arepas, quesadillas, las costras, las cholas, los mestizos, el pan de choclo entre otros, hechas en el primer horno de leña que hubo en Cuenca. Fue su modo se sobrevivencia que lo mantienen en la actualidad como parte de su historia, rodeada de imágenes religiosas, huertos y reliquias que se conservan en el sitio como un emblemático atractivo turístico de Cuenca.

Comienza por la iglesia de Todos los Santos, en la calle Larga y Mariano Cueva, que recuerda a la Ermita del Usno, lugar ceremonial de los Incas, situada unos metros más abajo y donde se celebró la primera misa tras la fundación de la ciudad en 1557. El piso del recinto religioso es dividido en varios niveles para jerarquizar al altar y al presbiterio. En el atrio triangular ubicado frente a la entrada principal, se encuentra la cruz de Todosantos.

En la parte posterior a la capilla, se halla la edificación del convento rodeado de tres huertos ancestrales. Son algo más de 100 especies endémicas cuidadas por las religiosas para su conservación, destacándose el jardín patrimonial Los Nogales.

Es un lugar natural donde los visitantes tendrán la oportunidad de conectarse con las plantas medicinales, con los senderos serpenteados y con los tres árboles de nogales que tienen más de un siglo de vida, señala Alba Rodríguez, directora del complejo.

“El huerto nos va a permitir tener un espacio de reflexión, meditación y oración. En este espacio espiritual, junto al río, vamos a poder desconectarnos entre los árboles centenarios y las plantas medicinales”, dijo Rodríguez.

Todo el complejo fue restaurado en junio del 2008, luego por pandemia estuvo cerrado, y desde inicios del mes de abril del 2023, se ha reabierto. Mantiene su natividad, señala la hermana Patricia Gualpa, oblata a cargo de la museografía.

El museo se lo ha bautizado con el nombre de ‘Amalia Urigüen’ en recuerdo a la cofundadora de las oblatas. Una primera exposición hace referencia a la consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, reseña Gualpa.

El complejo es un espacio con que se pretende dar a conocer la historia de su convento, su vida dentro él y los distintos hechos que les han ido marcando desde su llegada a Ecuador, cuenta la hermana Patricia.

Comprende dos salas con obras pictóricas creadas a principios del siglo XX y manuscritos escritos con el puño y letra de las hermanas que vivieron hace más cien años. Están rodeadas con pequeñas esculturas, y con casullas, estolas y manípulos.

A un costado de las salas se encuentran una cafetería y un restaurante, con una vista cómoda del Barranco y el río Tomebamba, y donde vuelan hermosos colibríes, que complementan una visita que tomará aproximadamente dos horas.

El complejo es una belleza sin igual, entre la historia y los recuerdos, cerca de los arcos de piedra, cal, arena y ladrillo, que componen el denominado Puente Roto, que adquirió este nombre a partir de una tragedia suscitada en el año 1950 cuando la corriente del río Tomebamba se llevó parte de su estructura. Hoy es uno de los lugares más visitados por extranjeros y turistas nacionales, según Israel Muñoz, técnico turístico de Cuenca.

CÓMO PASÓ A SER UN LUGAR TURÍSTICO

Este fundó la comunidad de los oblatos e impulsó la creación de la casa conventual de esta congregación, ubicada junto a la iglesia. Debido a la multiplicidad de imágenes con diversas advocaciones, que existían en el convento, los fieles que frecuentaban para sus ritos religiosos lo bautizaron como Iglesia de Todosantos, cuenta el investigador y escritor de las tradiciones de los barrios de Cuenca, Adolfo Parra. Hoy conocido como un asiduo espacio para el turismo religioso en Cuenca, que transmite paz y calma.