Ellos son amantes de los perros. Hay quienes tienen en casa a los pugs, pequeñitos, con carita arrugada, hocico chato y mirada dulce. Otros pasean con orgullo a sus husky siberianos que atraen las miradas con sus fascinantes colores de ojos. Pero al final, sin importar la raza que prefieran, todos se declaran seguidores de los canes y trabajan por el bienestar animal.

Una de ellas es Peggy Artieda, quien tiene a Luna, una basset hound que asegura que le ha cambiado la vida. Junto a los dueños de otros pequeños orejones ha conformado un club. Y así hay otros tantos clubes, de los que aman a los shih tzus, yorkshires, chihuahuas, san bernardos, bulldogs, beagles, poodles, labradores, boston terriers...

Pero ahora, 18 de estos clubes se han unido y no precisamente para hacer gala de sus enamoradoras mascotas, sino para ayudar a aquellos perros y gatos que están en las calles, sucios, enfermos y que son víctimas de maltratos, cuenta Peggy, quien coordina el proyecto Interclubes caninos.

Ericka Navarrete es parte de esta labor animalista. Ella preside el Club Pugs and Company (con 100 miembros activos) y es la vicepresidenta de Interclubes caninos. Dice que estas agrupaciones trabajan para ayudar a refugios independientes, recolectando comida y además promueven la adopción responsable. Una de las primeras actividades para lograr ese fin fue la realización de un calendario y los ingresos permitieron apoyar a cuatro fundaciones: Yo Amo Animales, Casa Refugio Mk, Refugio Pana y Alma Animal.

Roberto Navarro es administrador del Club Lobos del Ártico Guayaquil. Allí hay 55 dueños de husky siberianos, alaskan malamute y samoyedos. Es un grupo que también colabora en proyectos de ayuda e interacción y espera que más personas se unan para que no haya más animales sufriendo en las calles. Y cuando una mascota se pierde, todos se unen a través de sus redes para poder encontrarla.

También se movilizan si saben que hay un animalito que necesita auxilio. Lo hicieron hace poco cuando pusieron en marcha todas las gestiones posibles para el rescate de un perrito negro que estaba abandonado en el norte de Guayaquil.

Dicen que este es el comienzo de una tarea en la que tienen mucho camino por recorrer como clubes que buscan el bienestar animal. Quieren que así como sus mascotas tienen comida, un lugar donde dormir y cuidados, los de calle cuenten también con esa oportunidad.