En la vía que conduce desde la parroquia Junquillal, más conocida como ‘tierra de producción arrocera’ hasta el cantón Salitre, zona rural de la provincia del Guayas, un grupo de seis personas viajaron durante 24 minutos en el remolque de madera y lámina metálica de una vieja volqueta para ejercer su derecho al voto. En el camino húmedo, un ganado sin rumbo y una carretera bañada en lodo por la lluvia, los acompaña.

A su lado, iban motociclistas sin casco que se mojaban por los charcos de barro y la lluvia; pero otros que decidieron pagar 25 centavos para viajar cómodos en tricimoto. Todos con una misma intención, votar.

Aquellos que viven más aislados de Salitre, con suerte, tuvieron como opción dos puestos de votación en Junquillal: La unidad Educativa Matilde Hidalgo en el sector Laurel y la Unidad Educativa Junquillal en la cabecera parroquial. En ese último, minutos antes de las 7:00 horas ya habían largas filas de hombres y mujeres para sufragar.

Para ingresar al puesto de la cabecera, agentes de seguridad cerraron la calle con una cinta amarilla de ‘peligro’, cada que alguien quería ingresar la elevaban un poco. La entrada había una cuadra de distancia y en medio del recorrido, cerdos, gallinas, perros callejeros y una docena de puestos de comida que atraían a los votantes.

En la mañana, hubo mayor presencia de hombres (200) que mujeres (50) en las filas de ingreso. En su mayoría, mayores de edad. Según una de las delegadas de la zona, esto se debe a que las señoras optan por salir a votar en la tarde por los quehaceres del hogar.

Sindy Arán, es una madre que salió de casa temprano para no dejar a su hija sola. La mujer tardó 15 minutos en moto desde el recinto Tierra Seca hasta la Unidad Educativa Junquillal, viaje que según ella, no valdrá la pena. “No habrá un cambio en estas elecciones, los caminos llevan años en mal estado. Estos son importantes para transportar los cultivos, ya que muchas familias de acá viven de eso”.

En la fila de hombres, están los agricultores, distinguidos por sus sombreros de paja y traje formal. El gremio reconoce que su principal prioridad es la producción de arroz, pero la crisis por la plaga de hongos, el elevado precio del abono y el pésimo estado de la vía, se está convirtiendo en su punto de quiebre. “Por ahora no podemos confiar en nadie para estas elecciones porque siempre es lo mismo, se viene lo peor para nosotros”, anota uno de ellos.

La fe en el cambio no existe para la comunidad, de acuerdo a los campesinos Cirilo Ponce y Abilio Carlo, siempre son los mismos candidatos a la Alcaldía. “Aquí hay buenos candidatos que no los aprecian. Siempre están los mismos que quieren seguir en el puesto como Moreno y Alfaro, quien lleva tres períodos”, resalta Ponce.

Mientras que su compañero, añade que, “aquí falta un poquito más de conocimiento y de pensar para votar. Sería ideal un partido con gente joven, que tengan ánimo y buen capricho de trabajar por el pueblo, por su parroquia. La juventud sí puede meterle ganas para que haya un cambio”.

Lo lamentable es que ni los mismos jóvenes de la comunidad conocen a los nuevos representantes. Génesis Jiménez de 19 años y su hermana de 14 años, quien la acompañaba al puesto de votación, no tenían conocimiento de los candidatos. “No sé por quién voy a votar, solo vine porque me tocó”, dice la sufragante.

Juquillal, al ser una tierra con alta producción de arroz, debe atender las necesidades de su gente. Es importante que los jóvenes tengan mayor acercamiento y conocimiento sobre política y los representantes de su territorio, para poder votar con conciencia y así, fortalecer el trabajo de los agricultores y mejorar la calidad de vida.