
Donde se unen la memoria y el olvido
“Toda vida es un proceso de demolición”, dijo alguna vez el escritor norteamericano Scott Fitzgerald. El quiteño Óscar Vela, ahonda en aquel concepto con precisión, destreza y una desgarradora visión en ‘Todo ese ayer’, obra ganadora del premio Joaquín Gallegos Lara 2015 a la mejor novela del año. La historia cuenta con dos protagonistas, Federico Gallardo y Sebastián Barberán, dos amigos de la adolescencia que entablaron una amistad cimentada por la literatura y los versos de Jorge Luis Borges. Sin embargo, treinta y cuatro años después, Federico se ha convertido en un burgués, con una vida envidiable; y Sebastián, presumen todos, en un cadáver. Sin embargo un día, el empresario recibe un correo electrónico de su difunto amigo, a quien se creía desaparecido durante la dictadura argentina. No obstante, la obra no es un thriller, ni busca resolver un misterio policial, sino tratar lo que sucede cuando la vida de una persona se derrumba. En ese sentido, la vida de Federico parte de una ilusión. Un hombre que está en la cima y no lo sabe hasta que, de un momento a otro, las consecuencias de sus decisiones ponen en pie un sistemático proceso de destrucción donde todo lo que ama desaparece. Este, comenta el autor, era su intención y, a su vez, el mensaje central de la novela. “Quería retratar la destrucción de las vidas de los protagonistas en dos procesos trágicos: el de la dictadura argentina y el del 30S que, aunque guarda distancia con el otro, también destruyó la vida de seres inocentes como de Froilán Jiménez o alguno de los acusados por delitos inexistentes”. Y es tal como lo dice Vela, pues la historia de Federico, transcurre en medio de un episodio crucial para el país, el 30 de septiembre de 2010. No obstante, el escritor no tenía la intención de generar un paralelismo entre este evento y la dictadura, sino más bien utilizar como recurso contemporáneo para retratar la violencia donde transcurre la obra. “En realidad nunca pensé que habría un mensaje tras este paralelismo, pero a los lectores sí les ha sucedido que encuentran vínculos entre los dos eventos”. Vela añade que la historia de Sebastián, el presunto desaparecido, proviene de una historia real que le relató un amigo y a quien pidió permiso para plasmarla en la novela. Otro de los temas recurrentes en la obra es el de la construcción de la identidad y de la memoria. A esto el autor comenta que se trata de dos conceptos que le interesan y que buscaba explorar a profundidad. “Me interesa la memoria histórica como parte fundamental de la vida. A partir de esa memoria es que existimos y marcamos el rumbo de nuestra vida futura”. En el caso de Sebastián, esta memoria se utiliza como herramienta para la construcción y destrucción de la identidad, y proviene del trauma, pues este, tras su encierro durante la dictadura, se convierte en un personaje con rasgos psicóticos que, a lo largo de la obra, recupera, hasta cierto punto, un poco de quien era en la juventud. El autor dijo sentirse sorprendido por la acogida que ha tenido la obra, a la cual categoriza como “una novela donde hay más profundidad y tal vez mayor madurez”, con respecto a sus otros trabajos. Actualmente se encuentra trabajando en una novela de tinte histórico, basada, también, en un personaje real. “Escribo sobre un hombre que participó en la Revolución Cubana junto a Fidel Castro, Raúl y el Che. Un hombre de valores y convicciones férreas que ha tenido una vida agitada y una historia digna de ser contada”. Biografía Nació en Quito en 1968. Es escritor, doctor en Jurisprudencia y abogado. Ha publicado varias novelas, entre ellas El toro de la Oración, La dimensión de las sombras, Irene, Las voces obscenas del desvarío y Yo soy el Fuego. Ganó el Concurso Internacional de Cuentos La Falguera en 2003. Ha sido articulista de la página cultural del diario La Hora y en la actualidad conduce el programa de radio Ni pico ni placa.