El turismo golondrina o de día, aquel visitante que se mueve en la mañana a un punto turístico y regresa a su ciudad de domicilio en la tarde o noche, está tomando impulso y se convierte en un respiro para el alicaído sector turístico, pero no una solución. 

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En la provincia de Esmeraldas, los operadores turísticos están adaptando sus estrategias para atraer a los turistas de un día que ofrece una chispa de esperanza en este feriado por el Día del Trabajador, que se inició el 3 de mayo de 2024.

Aproximadamente el 70% de la población esmeraldeña se beneficia directamente del turismo. Durante el feriado de Semana Santa, los ingresos fueron de $3,5 millones, pero se proyecta que esta cifra disminuya a $2 millones para el asueto por el Día del Trabajador. Sin embargo, los turistas de un día pueden ayudar a compensar esta brecha, ya que, aunque su estancia es corta, su gasto en servicios locales es inmediato y directo.

Según la Cámara de Turismo de Esmeraldas, se prevé que unas 25.000 personas lleguen a las playas de Esmeraldas durante este feriado por el Día del Trabajo, de las cuales 15.000 podrían quedarse solo un día en los balnearios de la provincia y los 10.000 restantes pasarían los tres días de asueto en estos destinos.

María Gómez, propietaria de un hotel en Atacames, señala que cada turista de un día representa una oportunidad para incentivar posibles estancias futuras. Sin embargo, reconoce que este tipo de turismo no beneficia al sector hotelero. “Cada habitación vacía es un golpe a nuestra esperanza. Esperábamos recuperarnos después de meses difíciles, pero ahora, con el feriado, las perspectivas son sombrías”, asegura Gómez.

Carlos Acosta, vicepresidente de la Cámara de Turismo de Esmeraldas, detalla que los negocios que más se benefician del turismo de un día en Esmeraldas son aquellos que ofrecen servicios y productos que los turistas pueden consumir en el transcurso de su visita. 

La Cámara estima que este tipo de servicios y productos podrían generar alrededor de 1 millón de dólares durante este feriado. “Los turistas de un día suelen buscar lugares para comer y beber, lo que beneficia a los establecimientos locales de alimentos y bebidas. Unos llegarán solo el viernes, otros estarán solo el sábado o domingo. Lo importante es que la economía se dinamice”, asegura Acosta.

Un panorama similar experimenta la provincia de Santa Elena. En reuniones de los gremios turísticos se han diseñado planes en busca de alternativas para que de manera especial en los feriados los turistas pernocten por más tiempo. 

En la península, el turismo de un día se calcula en 70 %, según cifras de la Cámara Provincial de Turismo, aunque en asuetos pasados como carnaval y Semana Santa los hoteles sí se coparon, pero la mayoría de los huéspedes estuvieron una sola noche y luego llegaron otros viajeros.

George Ramírez, experto en turismo, considera que la falta de planes efectivos de seguridad es un factor importante para mejorar. “La gente, por temor, no quiere salir de noche a lugares públicos, peor si andan en familia, por eso prefieren solo estar un día en la playa y luego acudir a otros sectores”, comentó.

En los feriados la economía local sí mejora, coinciden los entrevistados, pero todavía no es suficiente en la tan anhelada reactivación económica que se esperaba después de la afectación por la presencia de la pandemia de la COVID-19.

En el cantón Playas, provincia del Guayas, en los meses de marzo y abril, el turismo se ha reactivado. En el caso del feriado de Semana Santa la plaza hotelera solo fue ocupada por un día, el sábado, señaló José Ricardo Nelson del Castillo, presidente de la Cámara de Turismo. 

Esta dinámica turística se mantiene: la gente llega, pero no se hospeda. Los agentes turísticos presumen que puede ser ante la falta de atractivos en la noche. Esto hace que la economía del sector hotelero playasense no termine de despegar, porque el turista regresa el mismo día y solo un 50 % se queda, dijo el dirigente.

El comercio de la playa presenta un escenario no tan diferente. Llegan muchos turistas, pero tras de ellos vienen gran cantidad de comerciantes informales ofreciendo productos a muy bajo costo.

“Llegan furgones y camionetas trayendo de todo: bebidas, comida, ropa playera, cremas protectoras, gafas y hasta caramelos y cigarrillos”, dijo Francisca Cruz, dueña de una cabaña en la playa, quien reconoció que vende, pero no como quisiera.

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