Seis meses después de que Guillermo Lasso dictó la muerte cruzada, 137 asambleístas (muchos de ellos reelectos) asumen este 17 de noviembre un rosario de retos que deberán saber sortear entre las prioridades y urgencias del país. Un desafío que empieza casa adentro, sostienen analistas consultados por este Diario.

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El 17 de mayo, mientras la Asamblea Nacional cesada impulsaba el juicio político a Lasso, el ahora presidente saliente decretó la disolución del Legislativo y dispuso la convocatoria a nuevas elecciones. El binomio Daniel Noboa - Verónica Abad resultó ganador, el cual deberá convivir con una Legislatura reconfigurada.

“El principal reto de la Asamblea Nacional en este periodo es entender que su prioridad debe ser definir claramente una agenda legislativa (...)”, sostiene Francisco Jiménez, exministro de Gobierno.

Desde su punto de vista, dicha agenda común debería tener como prioridad la seguridad, la salud y el empleo. “Son hoy por hoy los temas más sensibles (...)”, dice y acota que la fiscalización de los nuevos legisladores no debería ser obstruccionista.

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Para ello, el analista político Giuseppe Cabrera plantea que es importante que la anunciada alianza de mayoría entre el correísmo, el Partido Social Cristiano y ADN esté cohesionada. Sobre todo, para evitar el desarme de 2021.

“Si no hay una mayoría que sea respetuosa con el presidente, no se tiene nada”, sentencia y señala que la seguridad y la economía deberían ser los temas prioritarios para la nueva Legislatura, pero, de preferencia, sujetos a los planes propuestos por el presidente electo Noboa.

Esto, continúa Cabrera, porque retomar los proyectos de ley pendientes de la Asamblea cesada podría rezagar a los impulsados por Noboa o hacer que pasen por el Ministerio de la Ley. “Eso podría quitar legitimidad a sus proyectos”. Hace hincapié en la importancia de la agenda común.

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Por otro lado, en caso de que esto se complique o no subsista la alianza de mayoría, el exlegislador Alejandro Jaramillo indica que lo mejor sería continuar con los proyectos rezagados. “Hay poco tiempo como para inventar el agua tibia”, dice, al recordar que la fiscalización no puede quedar por fuera.

“Lo bueno hay que emularlo. Lo malo, los temas de corrupción enquistada en todas las áreas de los gobiernos de Guillermo Lasso, Lenin Moreno y Rafael Correa, hay que extirparlo”. Señala que esto también será vital para que el plan de trabajo de Daniel Noboa pueda desarrollarse sin obstáculos.

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Por otro lado, según coinciden los analistas consultados por este Diario, además de sintonizar agendas en función de las necesidades del país, es importante que las mismas sean públicas. “No deben ser (acuerdos) escondidos, que simplemente lleven a poner autoridades”, complementa Jaramillo.

De no ser así, advierte Cabrera, la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo podría volver a caer en una espiral de ingobernabilidad que paralice al país por este breve periodo. Tiempo en el que, además, las organizaciones políticas actuarán con miras a las elecciones generales de 2025.

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