Cerca de tres años después del crimen de su esposo, Karina Mora, volvió a sentir ayer que ‘la vida se le iba’ tras la muerte de su hijo Antonio Varas Mora, quien murió en un ataque armado registrado alrededor de las 05:00 en un billar clandestino, en las calles Ricaurte entre la Vargas Machuca y Juan X. Marcos, en Babahoyo. En aquel suceso también resultaron heridas otras dos personas, uno con un disparo en la pierna y otro con un roce superficial en una de sus extremidades inferiores.

Pero la bala que mató a Antonio, de 24 años, ingresó en el lado izquierdo del pecho y perforó su corazón. A más de eso, el joven tenía otros dos disparos en la mano y pierna izquierda. Su cuerpo quedó en el interior del local hasta que llegó la Policía Nacional a realizar el levantamiento.

Toño, como le decían sus amigos, laboraba en el Registro Civil de Babahoyo y la noche del 5 de abril salió con amigos a divertirse. Las autoridades aún investigan bajo qué circunstancias ocurrió el crimen o hacia quién estaría dirigido.

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Entre tanto, Karina no podía con la pena de haber perdido a su hijo de la misma forma en la que le arrebataron a su pareja, Joselo Varas, en mayo de 2021. A este último le dispararon en un atentado aparentemente dirigido a otra persona y, debido a la gravedad de las heridas, falleció en una casa asistencial.

Previo a este hecho violento, otras dos personas más fueron asesinadas en dos ataques casi simultáneos registrados en la ciudadela Los Laureles y el sector El Palmar.

En el primer sitio, sujetos a bordo de un vehículo acribillaron a Mario Mora Moreno, de 40 años, cuando jugaba naipes en los exteriores de una tienda. En medio de la balacera, una menor de 12 años resultó herida, pero está estable. 

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