Lo vio una mañana cuando llegó al trabajo. El enorme perro café se había colado en la estación para guarecerse de la lluvia. Era una eventualidad a la que Luis Lascano, supervisor de seguridad de la Empresa Metropolitana de Transporte de Pasajeros, estaba acostumbrado.

A menudo, las estaciones del Trolebús y la Ecovía se convierten en hogar de perros abandonados ahí por sus dueños, u otros que llegan en busca de calor y comida desde la calle. Rex era tan solo uno más.

Se hicieron amigos, y este se convirtió en colega de Falcao, otro perro que había rescatado meses antes y que se había convertido en su compañero constante, hasta febrero, cuando Danilo Rodríguez, gerente general de la entidad, dio la luz verde para que estos y otros 42 canes fueran adoptados por la institución.

Sin embargo, Falcao, Rex y otros dos perros, no solo pasaron por un proceso de rescate, sino que se convirtieron en la primera generación de la patrulla canina K9, un grupo elite que cuida las estaciones, y que se pasean con sus supervisores, ataviados en un chaleco de seguridad y su collar.

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Así lo explicó Mauricio Cerón, coordinador de Seguridad de la Empresa Municipal de Transporte de Pasajeros. “Tuvimos un incidente de desacato, y justo Falcao estaba presente. Nos sorprendió cómo era más fácil mantener el orden con él. Sugerimos la iniciativa y la gerencia nos dio rienda suelta para poder implementar el trabajo con los canes”, comentó.

A cargo de su entrenamiento está Lascano, quien entrenó a Falcao, líder de la patrulla, y siguió con los otros reclutas.

“No todos los perros estaban aptos para este trabajo. Tienen que tener el temperamento adecuado. Tienen que poder seguir órdenes, pero al mismo tiempo ser cariñosos, no agresivos, porque no queremos incidentes que puedan resultar en heridos o en mordidos”, estableció.

Al inicio solo pocos canes cumplían con los requisitos. El número subió a seis, luego a ocho. Actualmente once perros son parte de la patrulla.

Traducido en cifras, Cerón explica que, con el apoyo de los canes, el porcentaje de incidentes en las estaciones del Trole y la Ecovía se redujo en un 60%.

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“Nos han apoyado en el decomiso de armas blancas, a hallar a quienes buscan subir al transporte sin pagar el pasaje, e incluso a detectar un cargamento de drogas que llevaba una persona en una mochila”, dijo.

Lascano añadió que en muchos casos los perros no deben siquiera intervenir de manera física, pues su sola presencia es una herramienta de disuasión.

“Cuando estábamos solos, cosas elementales como hacer cumplir la fila para ingresar a los buses eran más complicadas, pero con solo verlos, las personas están más dispuestas a acatar las normas”, dijo.

Y si bien los canes rotan a diario su presencia es casi permanente en las zonas críticas del sistema de transporte, entre ellos el Playón de La Marín, Río Coca y El Recreo.

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El cuidado de la patrulla se lleva a cabo a través de alianzas estratégicas que ayudan a garantizar su alimentación, vacunación y cuidado. Se trata de un valor de cerca de $100 mensuales o más, lo que se convierte en una cifra prohibitiva. Una minoría duerme en El Recreo, pero por lo general, estos van a casa con sus supervisores.

Así lo señala Cerón. “Nos gustaría que esto se vuelva una política municipal y que contemos con un apoyo permanente, porque los canes se han vuelto indispensables en nuestro trabajo. Se trata de perros que iban a ser sacrificados, pero que hoy en día, gracias a este proyecto, están sirviendo a la comunidad. Por ahora, dependemos de las alianzas para darles el cuidado que necesitan, de donaciones, e incluso de aporte de nuestro gerente, que saca de su bolsillo para ayudarnos”, dijo.

La meta a largo plazo es contar con una escuela de adiestramiento canino, que ayudará a formar a los nuevos reclutas para la patrulla.