Otono mas oscuro en Siria
Cada día que pasa sin que se resuelva el conflicto de Siria, la situación se hace más compleja y las perspectivas de futuro más oscuras. La tragedia que viven los habitantes de Alepo a diario es el máximo exponente de la sinrazón a la que se ha llegado. La ruptura de la última tregua acordada entre Estados Unidos y Rusia ha sido particularmente dura por tener lugar durante la Asamblea General de Naciones Unidas, con todos los líderes mundiales reunidos. Hay tres aspectos especialmente dramáticos de la evolución de la guerra en Siria que harán más compleja la reconstrucción tras el fin del conflicto. En primer lugar, el desprecio por el derecho internacional humanitario. El bloqueo de la ayuda humanitaria y los ataques a civiles y lugares especialmente protegidos por la legalidad internacional, se han convertido en estrategias bélicas. Lamentablemente, estos hechos -que pueden constituir crímenes de guerra- no son nuevos. Según la organización Médicos sin Fronteras, en 2015 sus instalaciones médicas en Siria sufrieron 94 ataques. Como consecuencia, 23 de sus trabajadores perdieron la vida y 58 resultaron heridos. A pesar de que en el mes de mayo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobara una resolución pidiendo el respeto del derecho internacional humanitario, los propios miembros permanentes se acusan respectivamente de vulnerarlo. En Alepo, muchos de los hospitales han tenido que cerrar por ser objetivos de la terrible ofensiva. El segundo elemento a destacar es el complicado mapa de actores que habrá que tener en cuenta para lograr la paz. La composición de las partes en el conflicto ha cambiado mucho desde el inicio, pero últimamente la fragmentación de los partidarios y detractores de al-Asad se ha hecho más evidente. Actualmente hay, además del ejército ruso, una multitud de grupos sirios, iraquíes, iraníes y afganos que luchan en favor del régimen, pero con intereses distintos: al-Asad quiere mantenerse en el poder, Rusia demostrar su peso como gran potencia y su capacidad de resistir ante la oposición de EE. UU., e Irán quiere aumentar su arco de influencia en la región y lograr una salida al Mediterráneo. El último gran obstáculo hacia la paz en Siria es el bloqueo entre EE. UU. y Rusia. Las consecuencias de esta última tregua vulnerada son aún más preocupantes, pues los dos países han roto las negociaciones bilaterales y eso pone en peligro los acuerdos nucleares entre ambos. EE. UU. se encuentra en una situación de gran incertidumbre. Por un lado, la recomposición de los grupos rebeldes y la ruptura de las conversaciones con Rusia, complica su participación en el conflicto; por otro, el breve tiempo que le queda a la Administración Obama hace casi imposible cualquier cambio de rumbo. La batalla por Alepo, de vital importancia para la eventual victoria de al-Asad, se está librando en pleno desarrollo de la campaña electoral norteamericana en la que la política exterior ha sido ensombrecida. Tras más de cinco años de conflicto no cabe pensar en replegarse sin lograr una solución. El nuevo mapa de actores complica las conversaciones de paz y desequilibra a las partes, pero todos los grupos deben participar si se pretende que esta sea estable y duradera. Los líderes europeos debieran implicarse en el desbloqueo de las negociaciones, desplegar toda su capacidad diplomática y humanitaria, con todas las partes implicadas, para poner fin cuanto antes a la violencia y empezar la senda de la reconstrucción de Siria.
Project Syndicate