Nueva Ley para el deporte
Qué difícil es fusionar los sueños con la realidad. En este país hace falta una cultura de transparencia para poder cambiar la tan cacareada Ley del Deporte, que desde que fue promulgada el 11 de agosto de 2010 no sirve para nada.
El modelo cubano-venezolano, introducido entre gallos y medianoche, es solo un esperpento del pasado. Es urgente que una nueva ley entre al rescate de fracasados burócratas ecuatorianos y extranjeros.
Aquello que se señala de que el Estado protegerá, promoverá y condicionará la cultura física que comprende el deporte, la educación física y la recreación como actividades que contribuyen a la salud, formación y desarrollo integral de las personas; impulsará el acceso masivo al deporte y a las actividades deportivas a nivel formativo, barrial y parroquial; auspiciará la preparación de deportistas en competencias nacionales e internacionales, que incluyen los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos; y fomentará la participación de las personas con discapacidad, desde que nació la ley solo ha servido para satisfacer apetitos voraces de ciertos políticos y “exdirigentes” que viven camuflados en el quehacer deportivo.
Por ejemplo, en la provincia más grande y poblada del país, el panorama deportivo se deteriora cada vez más. Se habló de una “nueva era”. ¿Cuál es la nueva era si los deportes están en picada? La gloriosa divisa albiceleste está abandonada a su suerte. Ya no hay boxeo, atletismo, natación, baloncesto, ciclismo, béisbol, entre otros deportes. Los escenarios se están deteriorando y existe total secretismo en algunas instancias del ente federativo.
¿Por qué la administración anterior no cobraba un centavo por los cursos vacacionales, por usar las instalaciones deportivas; se financiaban torneos, gastos de los deportistas y entrenadores? Ahora se cobra hasta por el parqueadero en la explanada del estadio Alberto Spencer.
Cuando un dirigente pierde el poder de convocatoria, debe dar un paso al costado y dejar que otros trabajen en forma positiva. A nadie convence la forma penosa cómo se está manejando la añeja estructura del deporte guayaquileño y ecuatoriano. Es hora que el nuevo Gobierno garantice los recursos y la infraestructura necesaria, controlando que el dinero del pueblo no sea distraído en otros menesteres, sino que sea invertido en forma equitativa y exigiendo rendición de cuentas.