Un retrato de Nathaly López Borja colocado sobre un pedestal y rodeado de ramos de flores recibe a quienes ingresan al hospital Teodoro Maldonado Carbo (HTMC) por la puerta que da hacia la avenida 25 de Julio. Fue colocado allí este martes 4 de abril para oficiar una misa en memoria de la directora administrativa y financiera de la entidad. Por su ubicación, en el ‘hall’ del área directiva, es inevitable que médicos, enfermeros y otros colaboradores de esa casa de salud la observen y evoquen a la compañera asesinada la noche del 28 de marzo.

El personal médico trata de reponerse emocional y psicológicamente del impacto de lo sucedido, más aún cuando las actividades y la atención a los pacientes y afiliados no fue paralizada en ningún momento tras lo acontecido esa noche. 

El miércoles 5 de abril, durante una visita a este hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), este Diario trató de hablar con algunos doctores y enfermeros, pero en común prefirieron no dar declaraciones. Al menos, de manera abierta.

Fuera de grabación, subsiste el temor y preocupación. Como informara EXPRESO, una semana antes del crimen contra López circularon fotos de amenazas en los ascensores. Los trabajadores no se atreven a denunciar porque sospechan que entre sus propios compañeros hay quienes filtran información.

Y, tras el asesinato, entre seis y ocho directivos habrían presentado su renuncia. Aunque el gerente general del HTMC, Francisco Pérez, precisa a este Diario que fueron cuatro.

Pérez también sufrió un atentado el pasado 10 de febrero, cuando se salvó de un secuestro cuando llegaba a su domicilio. Y, aunque tras la muerte de su compañera de labores estuvo tres días en teletrabajo por seguridad, se reintegró el lunes de esta semana. Pese a la situación, afirma que él no piensa dejar su cargo.

“Lo que empezamos con Nathaly y por lo que ella puso su vida en riesgo, no puede quedar en vano. Y si Nathaly murió por una causa, no podría yo renunciar y dar un paso al costado”, expresa el funcionario.

• DENUNCIA DE MAFIAS DE CORRUPCIÓN Y LUCHA POR UN CONTRATO DE LIMPIEZA

Pérez, las autoridades del IESS y hasta el presidente de la República, Guillermo Lasso, atribuyen el crimen a la lucha contra la corrupción, que en ese hospital tuvo notorios casos sobre todo durante la fase crítica de la pandemia de COVID-19.

En la zona donde se ubica el área administrativa del hospital hay en estos días un resguardo especial de seguridad. Pérez dice que se analiza ampliar la vigilancia personal que él recibe a otros directivos. En cambio, en los exteriores de la casa de salud este Diario no observó durante su visita alguna presencia policial o militar, aunque Pérez asegura que sí llegan a patrullar.

Los guardias han reforzado el control para el ingreso. Pero resulta complejo vigilar un hospital que se extiende sobre casi seis cuadras y donde trabajan 2.945 personas entre galenos, enfermeros, administrativos, técnicos, choferes, entre otros.

Y que solo en Consulta Externa atiende a más de 40.000 pacientes al mes, ajenos al impacto emocional y psicológico que por estos días sufren los directivos y el personal médico.

En el extremo norte del hospital, el ingreso a Consulta Externa aún muestra las huellas del vandalismo causado a inicios de marzo por manifestantes que dañaron parte del cercado y las puertas de vidrio.

En esa ocasión, el gerente Francisco Pérez refirió a este Diario que esas personas no eran ni asegurados ni trabajadores del lugar y que respondían a mafias que intentan mantener la corrupción en el hospital.

Según ha manifestado, sl actual interés es el contrato de limpieza, de casi $ 2,5 millones, que debe renovarse en dos meses. EXPRESO ha publicado algunos de los montos de los contratos que atraen a grupos de poder. 

UN RECORRIDO SIN LOS RECLAMOS POR FALTA DE MEDICINAS

A diferencia de ocasiones anteriores, en un recorrido efectuado este miércoles 5 de abril por diversas áreas del hospital, este Diario halló usuarios conformes con las medicinas.

“Me dieron todos los medicamentos que me recetaron en la consulta”, dijo Blanca de Soriano, afiliada voluntaria, al salir de la farmacia. “En mi caso, hallé todos los medicamentos de mi esposa”, coincidió Ángel Ramos.

Adentro, en uno de los pisos de Hospitalización, el jubilado Óscar Catagua cumplía su octavo día internado. “Todo está perfecto, la atención y las medicinas”, dijo, aunque acotó que cuando estuvo allí en 2021 sí debió comprarlas.

Incluso en la unidad de hemodiálisis, donde hay recurrentes denuncias por la falta de insumos y fármacos, esta vez los pacientes Lilia Dueñas y Tomás Murillo dijeron que contaban con todo.

Según los directivos del hospital, han subido el abastecimiento de fármacos del 35 % al 85 % desde que asumieron hace siete meses. Las bodegas de la institución están copadas, según verificó también este Diario.

La queja que persiste es la de la lejanía de las citas con los especialistas. "Está terrible", manifestó Clara Gavino, quien había obtenido para el 4 de julio próximo una consulta de traumatología para su esposo, jubilado de 69 años, quien requiere operarse una rodilla. "Ojalá para esa fecha haya una prótesis", agregó con evidente molestia por la espera.