“Una piedra del río Bobonaza está temblando en el cajón de la mesa de noche. Hacer de cuenta que no ocurre es tan absurdo como creer que existen seres inertes. Nuestra percepción no alcanza a registrar sus ciclos, pero las piedras tienen una inverosímil relación con el sol que es millones de años anterior a la nuestra. Todo está siendo atravesado por la radiación”, explica Sofía Acosta-Varea.

Durante un año, la artista quiteña surcó la secuencia caleidoscópica, sin que su investigación sobre extractivismo y minería sea esta vez el motor, sino intentando atender el vacío que se produce de la desconexión con el sol.

La muestra, titulada ‘Deslumbrante oscuridad’, se inaugura el próximo miércoles en la galería N24 de la capital, y se compone de fotografías intervenidas, archivos, cartografías, gráfica y mural.

“En este proceso, Sofía construyó una antena HF buscando en la escucha del Sol Astro una forma de establecer de nuevo alguna conexión. Pero los fantasmas del petróleo continuaban atormentándola”, indicó Tatiana Avendaño, curadora de la exhibición.

La exposición estará abierta al público hasta el viernes 7 de julio. El ingreso es libre.