Milú Espinoza: Travesía hacia el éxito

Milu Espinoza: Travesia hacia el exito

Participar en el ‘New York Fashion Week’ es el vivo anhelo en el ámbito del diseño, pero solo los consagrados tienen ese privilegio que delata su talento. Milú lo consiguió y ahora va tras la victoria.

Determinante fue la figura de su madre, quien al ser modista, impulsó a Milú a seguir sus pasos. Pero la audacia y sensualidad de Versace la sedujeron a soñar por más. En realidad todo se conjugó para que sea una de las primeras diseñadoras de moda del país, hace ya 22 años, en un medio cerrado que reducía su profesión a la categoría de costurera.

Afortunadamente, los prejuicios han ido superándose y el oficio del diseño se ha posicionado en el imaginario colectivo en su real dimensión. No obstante, el espíritu indómito de Milú no permite reclamo alguno, todo lo contrario, ella es el resultado de un fragante conglomerado de arte y creatividad que, sin duda, la han catapultado hacia los más altos estándares del círculo de moda nacional.

Al empezar su carrera, sus coterráneos riobambeños le pedían que diga, públicamente, que era oriunda de Quito y no de Riobamba porque no entendían lo que significaba ser una diseñadora de modas, algo que rechazó, pues siempre se sintió orgullosa de haber nacido en una hermosa ciudad, cerca del campo y de las cosas sencillas de la vida.

“Me lancé al estrellato con un querido amigo, Christian Gumucio, graduados como diseñadores de moda. Hicimos una pasarela arriesgándolo todo, y el evento resultó un éxito”. Samantha Dolflinger, modelo y presentadora de televisión, muy conocida en el medio, fue su impulso, recuerda con nostalgia, pues ella falleció trágicamente muy joven.

Desde entonces su carrera despegó vistiendo a reinas de belleza y a cientos de mujeres de todos los medios: “¡Wow!, hice todo para que mi nombre se posicione y jamás me molestó que me digan costurera, porque antes no se sabía que existía una carrera llamada ‘Diseño de Modas’. Además, ¡también soy costurera! Y de niña siempre me sentaba en la máquina de coser de mi madre. Consideré que era cuestión de tiempo que la gente entienda que los diseñadores ofrecemos creatividad y autenticidad, y eso es cultura. Hoy, finalmente, se aprecia el oficio como parte del arte”.

Fuente de inspiración

A Milú Espinoza le inspira de la mujer latina su coquetería y femineidad, ese toque de atrevimiento que la caracteriza. Dice que sus diseños son para todo tipo de mujer: “Es cuestión de sentirse segura y ser honesta, sabiendo qué le queda bien y qué no; además, la edad importa a la hora de vestir”. Sus diseños se ajustan para mujeres que prefieren cortes más discretos o para aquellas más audaces, en colecciones que marcan y resaltan la figura, además de prendas únicas y exclusivas.

Reconoce que ha podido vivir de su profesión, pero sabiendo llevar el negocio, diversificando con prendas no solo de sus colecciones sino con básicos que son fundamentales también. A la par, mantiene una excelente relación con otros diseñadores del medio, lo que permite, dice, un mercado abierto para todos los gustos. Y aunque ya perdió la cuenta de las colecciones que ha lanzado, recuerda especialmente cuando Amelia Vega, ex Miss Universo, la escogió como su diseñadora exclusiva cuando el concurso internacional fue en Ecuador. Otro momento exultante resultó al ganar en el Miami Fashion Week, un premio como el mejor patronaje futurista, con una colección inspirada en la raíz autóctona de Ecuador: “Esa colección siempre está presente en mi atelier porque amo nuestra cultura y folklor”.

Negra mía, la estrella

Pero ‘Negra Mía’ es su colección estrella, con visa al “New York Fashion Week” que será el próximo septiembre, al ganar un concurso, impulsado por una importante empresa nacional, donde la temática fue presentar una colección vibrante de color, desafiando el ‘print’. El resultado habla por sí mismo.

Su esposo e hijo, su impulso

Y es que, sin duda, la diseñadora desborda el gran momento que atraviesa, con el anhelado equilibrio, también en su vida personal. Disfruta cada segundo de su familia junto a su hijo Martín, de 16 años y su esposo Andrés Degetau, quienes son su mayor impulso y apoyo. “Martin lo es todo. Mi motor, fan y milagro, porque quise tener más hijos y no pude. Después de un divorcio, que fue difícil, aprendí a conocerme, a ser fuerte, y reconocer que puedo sola. Sin embargo, considero que el estado perfecto del ser humano es estar en pareja, pero bien; de lo contrario es mejor reconsiderar y estar sola. Andrés me apoya y yo a él. Está conmigo en este mundo de la moda y, aunque no es fácil estar en tantos compromisos, ahí está, apoyándome, dándome fuerza.”

Un largo recorrido

Dueña también de una empresa textilera que diseña telas en exclusivo, Milú busca seguir expandiéndose en su profesión. Pero no todo en su mundo se resume a las pasarelas, porque también canta, pinta, viaja y hace yoga para torear el estrés. Y, aunque un poco ‘mandona’ y siempre tarde, se siente orgullosa de todo el recorrido, de sus triunfos, fracasos, risas y también lágrimas, porque todo ello le ha permitido salir adelante, embarcada en la aventura que supone ser la gran diseñadora en la que se ha convertido.

Personal

- Edad: 46 años.

- Casada con: Andrés Degetau.

- Hijo: Martín, de 16 años.

- Estudios: En el Dismod, en la Universidad de Arturo Tejada en Bogotá, y curso de acabados de novias.

- Premio como el mejor patronaje futurista en el Miami Fashion Week, con una colección de inspiración autóctona.

“La mujer que visto es segura de sí misma. Quiere verse elegante y sexy a la vez”.