Este martes abrileno

Vuela el año. Acaba de concluir el primer trimestre del 2018. El segundo llega pródigo de expectativas. Al fin, tenemos medidas económicas. Terminó la especulación pero no sabemos qué ocurrirá con la puesta en práctica. Para variar existen pareceres para todos los gustos. El Ecuador es así. La mejor prueba de la verdad, como de costumbre, será, precisamente, la práctica.

Mientras tanto, se avecinan temas de alto interés derivados de la acción legislativa, sobre todo en el ámbito de la fiscalización.

Conforme se hace más clara la magnitud del asalto, crece la exigencia de no dejarlo en la impunidad. Sin embargo, todavía sobran cínicos. Sostienen que las críticas sobre la enorme corrupción en que cayeron son estrategias mediáticas para tratar de sepultar lo que queda de Alianza PAIS y recuperar el viejo “statu quo”.

Sin duda, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Lo que resulta perturbante es observar a personas que se creía lúcidas y honestas insistiendo en defender lo indefendible. El fanatismo es un comportamiento muy cercano a la estupidez. Deberían tener cuidado para mantener su cultivada fama de hombres y mujeres inteligentes. Es obvio que no quieren reconocer los errores de los acontecimientos recientes, precisamente por vanidad intelectual. Ellos, ecuatorianos de mentes lúcidas, no pueden haberse equivocado tanto. Ellas, de manos limpias, no pueden haber tolerado tanta corrupción. De así haber ocurrido solo les quedarían los corazones ardientes.

Lo cierto es que la mesa no estaba servida. Lo cierto es que los dólares tentaron a demasiados miembros prominentes del partido que quiso realizar una “revolución ciudadana” y esos dólares fueron hallados en los recovecos de sus viviendas y en cuentas en paraísos fiscales. Y cada día son más vergonzosos los hallazgos que evidencian cómo fue asaltado el patrimonio de todos los ecuatorianos en la mejor época de bonanza petrolera. Y cada día es más clara la certeza, pese a esa bonanza, de cómo se endeudó al país para seguir recibiendo coimas, negocios entre privados se dijo, de cada contratación que se decidió realizar, sin ton ni son.