“ Pobre inocente ”

La fecha que jocosamente celebramos mañana, con toda la mala intención metida en el alma para hacer caer en un juego de burla a un amigo, a un pariente o a un conocido cualquiera, tiene un origen bíblico. Y es que uno de los Evangelios narró el “sacrificio de los inocentes” cuando Herodes, monarca de Judea, envió a sus soldados a Belén con el fin de matar a todo recién nacido y así evitar que el hijo de José y María, de adulto, se convirtiera en el rey de los judíos.

Pero, como les decía, la “inocencia” de mañana no es precisamente trágica sino todo lo contrario. Y hay que andarse con mucho cuidado para no caer en la trampa que nos tienda algún divertido semejante para hacernos quedar en ridículo, como tontos y sobre todo como ingenuos, culminando la broma con el típico grito de: “¡Pobre inocente!”. Que nos manden, por ejemplo, de saco y corbata a una fiesta que ni siquiera es “de arroz quebrado”. O que, previo “el dato”, acudamos a Carondelet para que Lenín nos ofrezca uno de esos ministerios que ahora le anda quitando a los correístas que dicen ser “regenerados”. En fin, no hay que tener las “creederas” muy dispuestas a asimilar como ciertas las indicaciones que nos hagan, en ese día que comenzará después de unas horas, hasta los parientes más queridos.

Pero, se puede dar el caso también de que alguien haya tratado de hacer a otros “inocentes” en forma previa, anticipándose al 28. Y no me dejará mentir el Rafico Vicente, que se convirtió en creyente de la OEA, a la que él mismo desvalorizó tomando la vieja frase de Fidel Castro, dicha a raíz de que Cuba fuera expulsada del organismo regional por “sovietizada”, diciendo que dicha institución regional, a la que ahora acudía (¿haciéndola también “inocente”?) debía anular la consulta popular convocada por Lenín. Se olvidó, pues, del calificativo que le dio al decir que era un “ministerio de las colonias”, por supuesto al servicio de los gringos. También creyó Richard Espinosa que la Contraloría le jugaba una “inocentada” cuando lo declaró cesante en sus funciones en el IESS, a pesar de que el “presi” le había concedido, previamente, su confianza. Y dijo que no renunciaría ni de vainas. Aunque al siguiente día se contradijo.