
“Llevar las impresoras 3D al aula, no es importante. Es vital”
La capacidad de una tecnología que nos permita construir cualquier cosa que diseñemos es justamente el objetivo del Maker Movement.
Gabriel Helguero tiene 35 años y es profesor de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Ciencias de la Producción de la Espol. Además es becario de Senescyt y actualmente se encuentra en Stony Brook (NY) terminando su doctorado en Ingeniería Mecánica. Trabaja en un proyecto de Bioingeniería ligado a la impresión 3D, es por este motivo que conversamos con él sobre la importancia de llevar esta herramienta a las aulas. Esto es lo que nos dijo:
Cada vez se llevan más recursos tecnológicos a las aulas con el fin de volver los contenidos, de alguna forma, palpables. ¿Considera que es importante llevar las impresoras 3D a las aulas? ¿Por qué?
En primer lugar, haciendo referencia al Maker Movement, las impresoras 3D juegan un papel importantísimo en el corazón ideario de este movimiento. La capacidad de una tecnología que nos permita construir cualquier cosa que diseñemos es justamente el objetivo del Maker Movement. Ahora, retomando su pregunta. Considero que, más que importante, llevar las impresoras 3D a las aulas es vital. Sin querer sonar dramático quiero ahondar en esta idea. La tecnología actual nos ha convertido en consumidores, simples consumidores. En nuestros smartphones tenemos una aplicación para todo: desde ayudarnos a levantarnos hasta ayudarnos a dormir, desde controlar nuestros hábitos alimenticios hasta buscar el mejor restaurante. Los niños y jóvenes de esta generación están acostumbrados a esta tecnología que los pone en el lado del fácil consumismo: “Quiero un taxi, lo pido”, “Quiero saber que significa una palabra, lo googleo”, etc. Esto evidentemente tiene sus ventajas puesto que, hoy en día, todos podemos aportar con conocimiento ya que está, literalmente, en la palma de nuestras manos. Sin embargo, esta relativa facilidad para consumir ha mermado la capacidad de crear, de innovar, de emprender. Y esto es justamente lo que las impresoras 3D pueden devolverle a esta generación: la capacidad de saberse capaces de crear algo a partir de una idea propia. Qué importante es, por ejemplo para un niño, conocer que existe la forma de llevar una idea de su cabeza a la palma de su mano.
¿De qué forma el uso de este recurso puede ayudar en la formación a los niños?
Lo primero: en la creación de emprendedores. Puede sonar exagerado pero las impresoras 3D son el medio más fácil, barato y cercano para que los niños y jóvenes se familiaricen con el concepto de manufactura. De hecho, las impresoras 3D son la misma democratización de la manufactura puesto que cualquier puede fabricar, virtualmente, lo que sea. El ser humano reacciona positivamente ante lo visual, aquello que puede admirar, palpar, manipular. Existen actualmente muchas iniciativas de inclusión de la impresión 3D en las aulas de clase con interesantes resultados. En anatomía, por ejemplo, analizar el detalle de un corazón humano con un modelo 3D impreso que el estudiante tenga en sus manos (en lugar de hacerlo con una figura de un libro). En física, entender la relación peso-fricción con un concurso de carros de carrera diseñados por los mismos estudiantes en donde el objetivo sea obtener el carro más rápido y, a la vez, el menos pesado. En química, pedirle a los estudiantes que seleccionen un elemento de la tabla periódica y que realicen un modelo 3D de los átomos de dicho elemento. Si pensamos en niños de educación inicial o primaria, las aplicaciones son tan diversas como interesantes: hacer un concurso de botes que ellos mismos hayan diseñado e impreso, o emprender el diseño de todos los elementos de una maqueta que represente un pequeño pueblo, etc. Lo fundamental aquí es entregarle una herramienta a un niño (o joven) que le permita materializar sus mejores ideas. Eso es algo, desde mi punto de vista, invaluable.
¿Cuál sería el primer paso, o los primeros pasos, para preparar su llegada a las aulas?
Fundamental: preparar a los profesores. No serviría de nada poner una impresora 3D en medio de un aula de clase cuando la persona al frente de aquella no sabe qué es o cómo usarla. Los profesores deben pasar por talleres de trabajo en donde se les introduzca la tecnología, se les muestre ejemplos del uso de la misma en aulas y, mejor aún, se les incentive a crear nuevas aplicaciones que les ayuden en el proceso pedagógico. Cada profesor generará una idea desde el punto de vista de la asignatura que dicte y esto, a su vez, se convertirá en un positivo “efecto dominó” ya que los estudiantes también empezarán a generar ideas en este sentido. Pienso que también es muy importante introducir a los pequeños a las diferentes aplicaciones, software o utilitarios disponibles (gratis) para la generación de sus archivos 3D virtuales. Recordemos que las impresoras 3D requieren de un archivo 3D digital que será ulteriormente lo que la máquina imprima. Actualmente existen muchas aplicaciones gratis y dirigidas específicamente a niños para que empiecen a crear sus diseños (TinkerCAD o 123D Design, por ejemplo). Existen incluso algunas que aprovechan el uso de la tecnología multi-touch de una tableta lo cuál es aún mucho más atractivo para niños de tempranas edades.