La incensación. Cabrera bendijo los óleos y el Crisma.

Una jornada en la que 250 sacerdotes renovaron votos

Con un sonoro “¡sí, quiero!”, aproximadamente 250 presbíteros de la Arquidiócesis de Guayaquil ayer renovaron sus promesas sacerdotales en la Catedral Metropolitana San Pedro Apóstol.

Con un sonoro “¡sí, quiero!”, aproximadamente 250 presbíteros de la Arquidiócesis de Guayaquil ayer renovaron sus promesas sacerdotales en la Catedral Metropolitana San Pedro Apóstol.

Lo hicieron durante la primera Misa Crismal, que monseñor Luis Cabrera presidió como arzobispo de Guayaquil.

De esta forma conmemoraron el Jueves Santo, día en que Jesucristo instauró el sacerdocio y el sacramento de la eucaristía.

Los padres Carlos Bustamante, párroco de la iglesia Santa María de El Paraíso; Francisco Sojos, de Los Ceibos; y Alfonso Avilés, de Santa Teresita de Entre Ríos (Samborondón), se encontraron con religiosos que sirven fuera de la ciudad como Diego Solano, quien llegó de Lomas de Sargentillo; Jorge Avilés, de la parroquia Laurel de Daule, y Mesías Cerda, de Ballenita (Santa Elena).

Cabrera dio las gracias a todos los presentes y a los ausentes (que no acudieron por atender asuntos pastorales o tener problemas de salud) por renovar las promesas que hicieron el día de su ordenación sacerdotal.

“La renovación es actualizar los compromisos, volver a poner toda la inteligencia, pasión, corazón y voluntad en lo que prometimos... ¡Queremos volver a decir ‘sí’ a Dios!, ¡cuenta con nosotros!, ¡queremos seguir tus huellas!”, dijo Cabrera.

Los sacerdotes (o presbíteros), ante Dios y sus feligreses, pidieron perdón por sus errores y renovaron su compromiso de servir al Señor y su pueblo, contestando con un masivo y sonoro “¡Sí, quiero!” a tres preguntas que les hizo el arzobispo de la ciudad.

Ante el pedido de Cabrera, de que los fieles oren por los religiosos, los primeros respondieron “Cristo, óyenos. Cristo escúchanos”.

Entre ellos estuvieron Aura de Freire, quien emocionada saludó a los padres Joao Henao y Kléver Barzallo. Para ella esta fue la Misa Crismal número 16, pues acude a esta desde el año 2000.

La fe y gratitud de la feligresía guayaquileña, reunida en la Catedral, se hizo sentir a través de sus oraciones y su participación activa en la misa que duró dos horas y se desarrolló en medio del calor y un tenue olor a incienso. Con afecto y entusiasmo aplaudieron a sus sacerdotes luego de que renovaron sus promesas pastorales.

Después vino la procesión de óleos y aceites que fueron puestos en el altar mayor.

Monseñor Cabrera los bendijo. Antes explicó que con el aceite y el óleo se unge a los enfermos (sacramento de unción de los enfermos). El Santo Crisma, hecho con aceite y bálsamo (perfume), en cambio se utiliza en los sacramentos del bautismo, confirmación y ordenación sacerdotal.

Al momento de la comunión, los alrededor de 250 sacerdotes se acercaron a los bajos del altar, a comulgar con sus propias manos. El arzobispo y los obispos concelebrantes suministraron la eucaristía a los feligreses, que los acompañaron a los religiosos hasta que terminó la misa y salieron en procesión hacia El Sagrario.