
Un homenaje a tres obras ‘cuarentonas’
En el volátil y pasajero mercado de las publicaciones editoriales, la permanencia es la meta final.
En el volátil y pasajero mercado de las publicaciones editoriales, la permanencia es la meta final.
Los grandes libros perduran en el tiempo, pese al paso de los años y al avance de temas y estilos. Este es el caso de tres novelas ecuatorianas que celebran sus cuarenta años; ‘La Linares’ de Iván Egüez; ‘María Joaquina en la vida y en la muerte’ de Jorge Dávila Vásquez; y ‘Entre Marx y una mujer desnuda’ del hoy fallecido autor Jorge Enrique Adoum.
Las obras, publicadas en 1976 y 1975, respectivamente, revolucionaron la literatura del Ecuador y obtuvieron numerosos premios. Como todas las grandes obras, tienen sus aficionados y sus detractores.
Pero lo indudable es que las obras han permanecido en las estanterías y en la memoria de los lectores. Es así que, como parte de los eventos realizados dentro de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil (FIL), se rindió un tributo a estas novelas con dos conversatorios en los que participaron dos de sus autores y varios de sus fanáticos.
El primer conversatorio, realizado el lunes por la noche, fue dirigido por la crítica Cecilia Ansaldo, quien conversó con los autores. Sus emblemáticas novelas fueron para Egüez y Dávila, las primeras.
Al hablar sobre ellas, los autores coinciden en que incurrieron en estilos que, dentro del país, no eran conocidos o populares. “Creo que La Linares rompió con el realismo social aún vigente e incorporó técnicas de la novela posmoderna”, señaló Egüez.
Dávila reconoció en ambas también, el realismo mágico tan popular en el boom latinoamericano. “Mi generación es hija del realismo mágico, es parte de nuestra identidad y manera de ser”.
Con ellos concordaron los críticos. La segunda mesa, realizada el martes, fue una de análisis liderada por los catedráticos Luis Carlos Mussó, Cecilia Velasco y Raúl Serrano.
A más de reconocer en las obras estas características, también hablaron de elementos reiterativos como el uso del chisme, el erotismo y el cuestionamiento de lo políticamente correcto.
Sin embargo, lo que más destacan los expertos, es cómo estas se valen de la ficción para descifrar la historia y narrarla sin descuidar lo literario.
“Cuarenta años después, estas obras aún nos plantean interrogantes. La ficción a veces es más reveladora que la historia oficial...Estas obras producen escozor porque en ellas podemos vernos a nosotros mismos, aunque nos vemos como si nos miráramos en un espejo de feria”, concluyó Mussó.