FUNERARIA
En Colombia se realiza la misma cantidad de funerales para personas que para animales.Carlos Ortega / EFE

Funerales y velorios para los perros y gatos en Colombia

La oferta post mortem para mascotas es un negocio en alza

En Colombia se realiza la misma cantidad de funerales para personas que para animales. Cementerios con lápidas personalizadas para Coqui o Pelusita, velatorios para perros, hámsters e incluso gallinas... La oferta post mortem para mascotas es un negocio en un país que se desvive por un miembro más de la familia.

Mientras Darwin, sus padres y sus hermanos se abrazan devastados frente a dos funcionarios que entierran el ataúd de cartón con Dominic, Sombra, un cachorro de bulldog francés, corretea entre las tumbas del cementerio para mascotas de Funeravet en La Calera, a las afueras de Bogotá.

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Dominic murió hace unos días, con apenas tres años, después de que le dieran convulsiones, pero a pesar de su corta edad fue un apoyo fundamental para Darwin Cárdenas: “Fue un buen perro y todo el mundo merece, a pesar de que sea bueno o malo, tener un entierro digno de ser recordado”, dice.

Él ha optado por enterrarlo, y pronto le pondrán una lápida digna de su “hijo” perruno para equipararlas al resto de tumbas que con molinillos, juguetes raídos o recordatorios rememoran a perros, gatos y otros animales. En esta empresa atienden entre 28 y 35 servicios diarios, aunque la mayoría prefiere la cremación colectiva, que es lo más barato.

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Visita. Un grupo de personas que visita el cementerio de mascotas Funeravet en La Calera (Colombia).Carlos Ortega / EFE

Funeravet comenzó en 2001, “viendo la necesidad de las clínicas veterinarias porque no había quien hiciera una buena disposición de las mascotas”, explica Francisco Moreno, veterinario y coordinador de mercadeo de esta empresa. 

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“Cuando a una persona se le moría un perro o un gato no había una disposición clara; la ley no era clara”, explica Moreno, “entonces las personas lo que hacían era que las llevaban ellas mismas a la clínica y se hacía una disposición de desechos antropomórficos o el propietario se lo llevaba y lo acababa enterrando en la casa o botando a la basura”.

TENDENCIAEn Colombia, de cada 100 familias, 70 tienen mascotas que se han convertido casi en hijos. Así surgió la necesidad del servicio funerario digno.

El padre de Darwin, Edgar, de hecho cuenta ahora avergonzado -y aún con los ojos hinchados de llorar a Dominic, con quien convivió en la casa de su hijo- que el primer perro que tuvieron en la familia acabó en el río. “Antes, como no había nada de esto, uno hacía lo que veía hacer a sus padres; yo no lo veía bien, pero pues lo lanzamos al río”, confiesa. A él siempre le pesó eso, pero su hijo, después de ver el ataúd de cartón ser enterrado dice airoso: “Ahora sí ya puedo estar tranquilo”.

En una de las sedes de Capillas La Fe, una de las principales funerarias de Colombia, realizan dos velatorios. Mientras grupos de familias en el edificio principal velan a abuelos, tíos o amigos, en un anexo más chiquito yacen los cuerpos de dos mascotas. En velatorios o servicios más discretos como los de cremación, en esta funeraria atienden 1.300 servicios mensuales de animales.

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