Encuentro. Los peregrinos se reunieron en la iglesia Virgen del Quinche a discutir los detalles de la travesía.

La fe llevara a sesenta jovenes guayaquilenos hasta Cracovia

La Jornada Mundial de la Juventud se realizó por primera vez en julio de 1984. Fue instaurada por el papa Juan Pablo II.

Durante dos años ahorraron, elaboraron manualidades, bisutería, pasteles, galletas y golosinas, incluso hasta vendieron sus pertenencias, pero la meta era clara; llegar a Cracovia.

Ahora, a un mes del viaje que los llevará hasta la ciudad polaca a encontrarse con el papa Francisco, los sesenta jóvenes guayaquileños que participarán en la Jornada Mundial de la Juventud se concentran en prepararse espiritualmente para la travesía.

El encuentro, que se lleva a cabo desde mediados de los ochenta, es descrito por la iglesia como “un momento de fiesta, oración y conocimiento” y en este, a más de escuchar el mensaje del santo pontífice, los jóvenes evangelizan a las comunidades que visitan y comparten con otros creyentes.

Sin embargo, una de las partes más importantes de esta jornada es que los asistentes puedan discernir su vocación dentro de la iglesia, como lo indica Wendy Salinas, una de las peregrinas que será parte del encuentro.

La funcionaria de 36 años ha sido parte de su comunidad católica durante 16 años y esta será su tercera peregrinación internacional.

“Muchos de los que vamos somos un poco mayores. En ese encuentro escuchamos el llamado hacia la vocación, si es el sacerdocio, si es el matrimonio. Yo siento que he estado renuente a casarme, y siento que estos encuentros me ayudan a compartir mi fe, pero también a ver lo que Dios tiene destinado para mí”.

Francisco Flores, de 32 años irá a la jornada con su novia.

“Fui a Río de Janeiro en 2013, a la jornada que se hizo allá. Fue gratificante poder interactuar con la gente, con las familias que nos abrieron sus puertas y comprobar que Dios siempre te acoge. Este año voy a confirmar mi vocación en el matrimonio, pero también a encontrarme con Dios y a mantenerme firme en Él”.

Las edades de los jóvenes que participarán en la Jornada Mundial fluctúan desde los catorce hasta pasados los treinta. En la última edición del evento, este contó con cerca de tres millones de asistentes.

Pero para los jóvenes que van, esto no se trata de turismo. Están conscientes de que, pese a los casi $ 3.000 que ha reunido cada uno, la comodidad no es una garantía.

Así lo reitera Gabriela Salazar, otra de las peregrinas.

“En Río a muchos les tocó alojarse en escuelas, en estadios, pero es parte de la experiencia. Las necesidades te fortalecen y te recuerdan por qué estás ahí. No son vacaciones, es un encuentro con tu fe”.