Durante este ciclo, los alumnos estudian inglés, comunicación y administración en ventas. En la imagen aparecen estudiando con sus ‘ahijados’.

La edad no detiene el espiritu emprendedor

Duración. Las clases se dan 2 o 3 veces por semana (según el horario). Actualmente el proyecto está en su cuarta fase (la última).

A causa de una enfermedad, Piedad Pinzón perdió una de sus extremidades hace 44 años. Una prótesis artificial le permitió caminar. Hoy, a sus 73 años y tras una vida colmada de retos, ella continúa luchando por cumplir sus sueños. Quiere ser una gran empresaria, “ser reconocida a nivel nacional”. Poco le importan sus canas y ese andar a paso lento. Tan solo ansía entrenarse y estudiar.

Ella es una de las 92 alumnas que se capacitan a través del proyecto Formación Activa para el Adulto Mayor, FAAM, impulsado por la facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas en la Espol. Se trata de un programa que le apuesta al microemprendimiento y busca, mediante la transmisión de un sinfín de contenidos académicos, valorizarlos y estimular su desarrollo cognitivo emocional.

El proyecto, que tiene dos años de vigencia y actualmente está en su cuarta fase, ha dado frutos en Guayaquil. De hecho, el 20 % del total de beneficiarios ya han logrado cristalizar sus negocios. Pinzón, por ejemplo, desde hace un par de meses incursionó en el mundo de bienes raíces. Vende casas, tiene una página web y se mueve por toda la ciudad en busca de oportunidades. “Conozco la industria”, dice. “He aprendido a escuchar a mis clientes. También soy persuasiva y muy tecnológica, pese a la edad”.

Otros, en cambio, le han apostado a la elaboración de artesanías. También a la organización de talleres de pintura, tejido, música. O, como en el caso de Digna Sigüencia, a la apertura y atención de un bazar.

Ella, de 60 años, vive en la cooperativa Sergio Toral y oferta desde ropa para bebés hasta útiles escolares. “Voy cambiando la mercadería acorde a lo que el cliente necesita ”, explica. Nunca para. Labora de lunes a lunes, de 8:00 a 18:00. “El programa me enseñó a ser constante y a no decaer. Antes me sentía sola, algo desorientada, pero desde que tengo mi negocio me relaciono mejor y hasta sonrío más”. Sigüencia sufre de artrosis y se moviliza con un bastón. Aun así, asegura estar feliz.

En la FAAM, las clases son impartidas los lunes y miércoles por un grupo de docentes y facilitadores (en su mayoría estudiantes) que no les exigen a sus estudiantes memorizar textos, pero sí que cumplan con los plazos de entrega de tareas e investigaciones.

La finalidad es que fortalezcan sus aptitudes, se relajen, se sientan vivos. Y es que según una serie de sondeos científicos, con el solo hecho de prepararse y salir de casa las personas mayores dejan de sentirse solas, marginadas, fuera del contexto social. De allí que se los ve contentos, incluso por los pasillos de la facultad, teniendo presencia y compartiendo anécdotas con distintas generaciones.

“Algunas tan interesantes que se podría hasta escribir un libro”, precisa Gonzalo Vaca, economista y coordinador del plan. Y es que su entusiasmo y esas ganas infinitas de aprender asignaturas un tanto duras como estadística, finanzas, arte, literatura, tributación, administración en ventas, computación, inglés... son dignas de admirar. “Ellos no tienen límites, son capaces de aprenderlo todo. Tienen claro que lo que impartimos los ayudará a emprender”.

Segundo Rodríguez lo corrobora. Sueña con tener una empresa ligada a la venta de sábanas y cortinas, y por ello le presta mucha atención a sus clases de administración. “Costos fijos, variables, ganancias, análisis del mercado, necesidades del entorno... todo, absolutamente todo, lo retengo con atención”.

Al momento la Espol analiza la idea de crear la Universidad Superior del Adulto Mayor. Y aunque no hay fecha de apertura, la entidad cuenta ya con el apoyo de 92 estudiantes que no ven la hora de empezar.