Dragado: una deuda pendiente

La urgente tarea de dragar el río Guayas, así como sus afluentes, es una necesidad impostergable. No precisamente desde hoy sino hace décadas. Sin embargo, parece que tal acción la han convertido en una telenovela interminable, de esas que se difunden por la TV latinoamericana. Al menos eso dice la mayoría de los guayasenses.

Aún sigue sin concretarse y se mantiene como una promesa incumplida y una deuda pendiente que no se paga hace muchos años. Sin embargo, lo curioso, singular y hasta paradójico es que se difunde una propaganda como si tal hecho y proceso se estuviera haciendo o se lo fuera a realizar pronto. La ciudadanía pregunta ¿hasta cuándo no se tendrá seriedad para con la provincia y sus ciudadanos?

Mucho se habla de la condición que los gobiernos seccionales atraviesan por la situación fiscal originada en los descensos de los precios del barril de petróleo. Esto es solo en los últimos meses. Pero el problema del dragado prometido y no realizado tiene décadas. Ya es hora de que las autoridades responsables de esta postergación dejen a un lado la propaganda y atiendan a una provincia y a una ciudad que demandan el cumplimiento de ese deber de los gobiernos seccionales respectivos.

Precisamente por esto no cabe aceptar la idea de que “no podemos hacer la obra porque el Estado central no nos ha provisto de los recursos”. Este es un argumento ideológico y político insostenible. Válido solo para difundirlo en campaña publicitaria. La provincia del Guayas y la ciudad-puerto siguen demandado que se cumpla con esa tarea que deben asumir responsablemente.

Menos mal que esta postergación y deuda incumplida, en sus resultados no generó aún los efectos negativos anunciados sobre el fenómeno de El Niño en este año, respecto a un comportamiento irregular. De haberse dado, las consecuencias habrían sido desastrosas.

Por eso no cabe hablar y difundir solo la propaganda del dragado. Hay que dejar a un lado esto y asumir su cumplimiento con compromiso y competencia. Seguir postergándolo es abusar de la paciencia de Guayas y de Guayaquil. No se pide algo que sea de incumplimiento por imposibilidad. Es algo que se decidió hacer urgentemente, hace algunos años. Es preciso que las autoridades seccionales cumplan con la tarea, pues la deuda pendiente no puede ni debe continuar.