En 1534, el cacique Tisaleo, al mando de más de 12 mil guerreros, quiso evitar el paso de 200 españoles y 11 mil cañaris en su camino hacia el Reino de Quito. Al final fue asesinado y los españoles continuaron el camino. Han pasado 488 años y en Tisaleo, cantón de Tungurahua, rememoran esta batalla cada año, en una representación teatral que convoca a unas 4 mil personas que escenifican a guerreros indígenas, españoles, princesas del sol y otros personajes que van acompañados por bandas de pueblo. Son hombres, mujeres y niños que participan de esta tradición cultural y religiosa.

Esta celebración es recordada la segunda semana de octubre. La Fiesta de la Inga Palla es Patrimonio Cultural de los tisaleños.

El nombre proviene de una expresión indígena en quichua que hace alusión a los niños y niñas que participan en la fiesta.

Ellas son las pallas y ellos los ingas. A más de recordar la batalla del heroico guerrero, también rememora la llegada del cristianismo con la imagen de Santa Lucía, patrona del cantón, que según la historia, llegó junto con los españoles.

Este año nuevamente se vivirá la fiesta con todos los eventos, después de dos años suspendidas por la pandemia. Adriano Sánchez, párroco de Tisaleo, dice que esta festividad guarda un sincretismo entre lo religioso y cultural.

Agregó que en el paso de los españoles trataron de imponer religión y costumbres. La Fiesta del Inga Palla hace representación a la batalla y a la vez conjuga el agradecimiento a Santa Lucía, que es considerada la protectora de la vista. Este año, Wilson Zurita representará al cacique Tisaleo. Mientras que los cinco capitanes de caballería son: Doris Salguero, Efraín Tipán, Hernán Chalán, David Parees y Víctor Zumba.

Cada uno de los capitanes son priostes, que van acompañados por una comisión de 400 personas. Para Efraín Tipán, capitán de caballería, la fiesta es más que una celebración, ya que representa la cultura, pero en especial la fe. Juan Manuel Manotoa, de 62 años, participa cada año con la delegación del barrio Paraíso. “Esto es nuestra herencia que transmitimos a hijos y nietos. También es la fe y devoción que le tenemos a nuestra Madre Santa Lucía”, sostiene. “Desde muy pequeño mis padres me llevaban a participar de la fiesta. Ahora me enorgullece ser el Cacique, la máxima figura de esta batalla”, dice Wilson Izurieta.

La escenificación de la guerra inicia desde este domingo y culmina el martes y se la realiza en el sector El Botadero. Según el historiador Víctor Hugo Navas, ese sería el sitio exacto donde se enfrentaron las tropas españolas con las del cacique Tisaleo. Esta fiesta cada año congrega a decenas de personas nacionales y extranjeras que llegan a disfrutar de esta ‘guerra’ que evoca la historia. El día de la batalla cada prioste es encargado de alimentar a su tropa. Hernán Chalán, otro de los priostes, aseguró que la virgen les provee y así pueden reunir conforme a sus recursos.

Los organizadores aseguraron que trabajan de manera conjunta para garantizar la seguridad durante los días de fiesta. Viviana Marfetán, comisaria de Policía, aspira a que la fiesta sea ejemplo de organización.

Es Histórica

• La fiesta del Inga Palla y Culto a Santa Lucía es una manifestación que conjuga aspectos históricos y religiosos que se celebra todos los años durante la tercera semana de octubre.

Fe e identIdad

• Se conmemora el enfrentamiento entre el Cacique Tisaleo y su tropa y el ejército de Sebastián de Benalcázar con la celebración a Santa Lucía, patrona de la localidad. Un estrecho vínculo de fe e identidad.

Cuatro siglos

• Tras estudios ejecutados desde 2019, se le concedió la certificación al Inga Palla y Culto a Santa Lucía como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador. Una tradición que tiene más de 400 años.