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La zona de exclusión de Zaruma comprende 177,7 hectáreas, en la cual toda actividad de minería está prohibida.Christian Vásconez / EXPRESO

Dormir, el riesgo que ningún zarumeño quiere correr

La visita del presidente llegó en medio de la incertidumbre. Barrios que rodean la zona cero temen hundirse. 

Cae la noche del 16 de diciembre en Zaruma, después del socavón que ha tocado el corazón del mundo. Dos casas caídas y un pueblo de poco más de 20 mil habitantes con el miedo, en cada hogar, de ser el próximo en irse al subsuelo.

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El presidente Guillermo Lasso ha estado aquí esta tarde, en medio de proclamas que exigen echar del todo la minería de la zona urbana. El mandatario confirmó lo que el pueblo ya sabía: que la zona de exclusión de minería ha sido irrespetada.

Declaró estado de excepción y prometió estudios, un diagnóstico y volver en enero. La primera semana. En medio de la visita, Riesgos dio una lista de los estragos y Zaruma se leyó en la prensa internacional con el fantasma vivo de la minería ilegal. Y en torno al hecho, poca fe.

Zaruma no cree en nadie ni en nada. Primero fue una escuela, dicen los vecinos. Pasó en 2017, luego un terreno baldío y más allá de eso, ayer, una casa, dos casas, una manzana entera teme hundirse hoy. De la zona cero se han ido algunos ya, o porque sus casas cayeron o porque tienen miedo de que pase. Otros resisten.

Luxiola Román, comerciante y propietaria de una tienda de abasto ubicada a pocos metros de la zona 0, es una de las que prefirió quedarse hasta que la tragedia avance y le impida seguir trabajando. Mantendrá su negocio abierto al público porque “las deudas siguen siendo deudas y no esperan”.

Pero no todos tienen su valentía. Francisco Aguilar, comerciante y vecino de Luxiola, ha preferido marcharse y cerrar su negocio. “He sacado toda la mercadería, tengo miedo de que me rompan los candados y se me lleven todo. En esta casa ya no va a vivir nadie, está vacía”.

En los barrios de la Joya de Ecuador se vivió una tarde atípica. El equipo de este Diario ha caminado las calles en medio de militares, policías y paramédicos que movilizaban ayuda humanitaria en camillas.

María de Lourdes Lozano es una de las damnificadas del socavón. Tiene 66 años. Con ella viven dos personas con discapacidad, su nieto y su madre, que está en UCI, en Piñas. Al volver a casa, anoche, encontró el socavón, justo al lado de su vivienda.

Una pesadilla hecha realidad. Las detonaciones de las noches que hacían temblar la vivienda que alquila son comunes hace años. “Suena. Taladran la tierra, todo el tiempo, años. Todo mientras intento dormir”.

No puede entrar por sus cosas aún, solo sacó algo de ropa. Cuando lo intentó, esta mañana, los escombros de una casa adjunta se fueron abajo. Tuvo que salir corriendo. “Necesito que el Gobierno o las autoridades me ayuden. Soy pobre, no tengo a donde ir con mi familia”.

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A lo largo de la tarde, al menos en tres ocasiones hubo hundimientos que pusieron los pelos de punta a más de un vecino que aún está en el lugar. “Si vio, por eso me fui. A mí nadie me pidió desalojar porque mi casa está dos cuadras atrás de la zona 0, pero no puedo esperar a que suceda para reaccionar”, dijo sobre el escenario Jesús del Cisne, de 66 años, mientras retrocedía despacio al escuchar que había otro desprendimiento de tierra.

Los trabajos que se realizan

El Instituto de Investigación Geológico y Energético (IIGE) realizará una evaluación técnico– científica del terreno, con toma de datos en campo, sobre la geología en el sector. Además, levanta información fotogramétrica (fotografías aéreas) del área de colapso, para la obtención de imágenes digitales del terreno y la topografía del lugar.

Las autoridades mineras preparan un mapeo de la zona de exclusión de actividad minera y de las áreas circundantes e información sobre las concesiones mineras existentes, para evaluar cuáles tienen incidencia directa en la zona afectada.

La zona de exclusión de Zaruma comprende 177,7 hectáreas, en la cual toda actividad de minería está prohibida.