Una acción de protección contra Luis Zaldumbide, director del Servicio Nacional de Atención a Privados de Libertad (SNAI), por parte de la Asociación de Guías Penitenciarios, no ha sido suficiente para ejecutar el rescate de al menos 178 personas que están secuestradas en siete cárceles desde el pasado 7 de enero.

De los rehenes no se conoce nada más de forma oficial, pero en redes sociales se han viralizado videos en los que son humillados y utilizados para impartir sus pedidos con el fin de “pedir paz y evitar masacres”, pero al mismo tiempo amenazan con matarlos sin problema alguno y en otros casos, se ha grabado cómo son asesinados.

El SNAI guarda silencio cuando se pide la confirmación de los hechos y si existen muertes al interior de las infraestructuras. No lo niegan, ni tampoco dan luces sobre el tema. Y es que una muestra del descontrol de las prisiones se refleja que en menos de 24 horas pasaron de 139 rehenes a 178 entre el miércoles y jueves.

Las víctimas están en las provincias: El Oro, Cotopaxi, Loja, Azuay, Tungurahua, Cañar y Esmeraldas. Y, adicionalmente, se informó que se detectaron “incidentes” (enfrentamientos y fuga de reos) en los penales de El Oro, Esmeraldas y Santo Domingo de Tsáchilas.

Por su parte, el presidente de la República, Daniel Noboa, se refirió al tema en una entrevista con FM Mundo y expuso que se están organizando diferentes operativos para rescatar a los servidores estatales, pero tampoco ahondó en detalles.

“Es una situación muy difícil, donde estamos destruyendo cadenas y redes de corrupción en el cual exfuncionarios públicos, miembros de la Función Judicial, de la Policía Nacional han estado involucrados”.

Agregó que con la construcción de las nuevas megacárceles de seguridad se disminuirá el hacinamiento, que de acuerdo a las últimas cifras es del 4 %.

No obstante, Julio Ballesteros, exsubdirector técnico del (SNAI) y exviceministro de la extinta cartera de Justicia, recomienda la evacuación de pabellones y la neutralización de los mandos medios de las organizaciones delictivas para imponer la soberanía del Estado.

“Primero, ya no llenar las cárceles de Guayaquil porque son unas fortalezas en armamento y personal; además, tienen la ribera del Daule para huir... Se debe separar a las personas que tienen segundo y tercer grado de sucesión jerárquico de las bandas, para que no tenga quién asumir en caso de atrapar al líder”, recomendó.

Además, sostuvo que en Cotopaxi aún hay espacio para poder vaciar pabellones y encerrar a quienes sean capturados en los operativos contra el terrorismo. El fin es establecer una nueva división sin poderes en los privados de libertad.

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Ballesteros alerta que para ello se debe planificar acciones de contingencia para no repetir escenarios en donde la fuerza pública no logre controlar a los presos y sean otros espectadores del peso y fuerza de las mafias en las prisiones de Ecuador.

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