El número de asesinatos cometidos en el Ecuador contra mujeres, casi todos teniendo como agresores a las exparejas de las víctimas, es realmente más que alarmante y llama a profundas reflexiones sobre las motivaciones dadas para que ocurra tan alto número de femicidios en nuestra comunidad.

Esta clase de delitos, casi todos de tipo pasional, no solo afecta a las mujeres que tienen que soportar durante algún tiempo el asedio físico y hasta mental de los que son o fueron sus compañeros sentimentales, sino que además provoca problemas familiares por los hijos de las asesinadas que se quedan en la orfandad y algunos de ellos, incluso, deben soportar un grave trauma psicológico por haber presenciado los crímenes cometidos sin importar la presencia de niños.

Por supuesto que no es este un problema, extrañamente en crecimiento, que puedan solucionarlo las autoridades policiales o religiosas puesto que, tal vez, se requeriría de una orientación permanente de tipo psicopedagógico, sobre todo en hogares de clase económica baja, que es donde se produce el mayor número de tantos femicidios que lamentamos. Los dos últimos casos han dejado a varios menores en la orfandad.