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Juan Carlos Holguín | Glas: ‘ein Mann ohne integrität’

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Cuando una persona en lo público es íntegra, es ejemplar. Cuando no lo es, se lo demuestra con facilidad al fiscalizarlo

Como ahora resulta que ha sido alemán, debemos explicarlo en su propio idioma. Glas es un hombre sin integridad.

En la política, como en la vida, la integridad es un concepto transversal. Según la enciclopedia de filosofía de Stanford, la integridad involucra dos nociones fundamentales: primero, que es principalmente una relación formal que uno tiene consigo mismo; y segundo, que hay una conexión importante entre la integridad y el actuar.

El concepto de integridad se deriva del latín ‘integritas’, que significa totalidad. Y según los autores Matten, Pohl y Tolhurst, se lo define como la congruencia entre las creencias, las decisiones y las acciones, y el apego continuo a los valores y principios.

Una persona es íntegra cuando no es corruptible, como resultado de su propia integralidad y la conexión de sus valores y principios. Y estos valores y principios, según los mismos autores, deben ser valores éticos.

Cuando una persona en la función pública es íntegra, es ejemplar. Cuando no lo es, generalmente se lo demuestra con extrema facilidad al momento de fiscalizarlo. Es lo que ha sucedido con el ciudadano alemán, Jorge Glas.

Alemania es un país que valora mucho la integridad y la ejemplaridad. En el año 2021, la ministra de Familia alemana de aquel entonces, Franziska Giffey, solicitó a la canciller Angela Merkel que comunique al presidente federal su cese como ministra luego de que existieron dudas sobre su tesis doctoral. Giffey pidió perdón al pueblo alemán, a su partido y a su gobierno, por el simple hecho de que se cuestione un posible plagio.

Y es que Alemania es un país en el que no está bien visto socialmente que se alcancen méritos académicos de forma deshonesta. Solo en el período de Merkel, tres de sus ministros debieron renunciar por dudas sobre sus tesis. Además de Giffey, en 2013 Merkel aceptó la dimisión de Annette Schavan, ministra de Educación y Ciencia, y dos años antes había aceptado la renuncia de su ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg.

En el caso de Glas, más allá de sus sentencias por corrupción establecidas por las más altas cortes de justicia de Ecuador, uno de los primeros cuestionamientos sobre su integridad se dio debido a su tesis universitaria, pues se confirmó que se habían copiado capítulos enteros sin citar fuentes, desde la página de internet El rincón del vago.

Hace pocos años se descubrió que el tío de Glas, Ricardo Rivera, había ejercido presión sobre la comisión universitaria que analizó la tesis de su sobrino y que concluyó que el plagio no era tan grave. El nombre de Rivera, así como el de Glas, volvieron a ser noticia la semana anterior por las nuevas revelaciones de ejecutivos de Odebrecht en una corte en Florida, quienes confesaron bajo juramento haber entregado coimas para Glas a través de su tío.

Si Glas hubiese sido un político alemán, no solamente no se habría mantenido como ministro por el plagio de su tesis, sino que hoy sería sancionado con medidas ejemplares tras las pruebas de sus actos de corrupción. No habría la cantaleta del ‘lawfare’. Ahora, en campo de la justicia americana, se sabe quién mismo ha sido este ciudadano alemán que lideró una estructura de corrupción en Ecuador.