Los primeros sonidos de tambores y trompetas dieron la señal de que algo distinto iba a pasar. De inmediato quienes transitaban por la Plaza de la Independencia, frente al Palacio de Carondelet, se ubicaron en los mejores puestos y como ya es costumbre cuando algo bueno o malo pasa en las calles desenfundaron sus teléfonos inteligentes para empezar a grabar y tomar fotos.

Sucedió el miércoles pasado. Era casi el mediodía y en el Centro Histórico, como en casi toda la ciudad, golpeaba un sol propio de los días de verano. Aunque no lo suficientemente fuerte para persuadir de alejarse a los curiosos, entre los que se contaban jubilados, turistas, funcionarios públicos y uno que otro manifestante, de los que llega a la plaza a protestar.

¿Qué van a hacer? Preguntó alguien del improvisado auditorio. “Vamos a repasar el cambio de guardia que desde el martes (23 de agosto) se lo vuelve a hacer con público”, respondió uno de los integrantes de los Granaderos de Tarqui que tomaba posición para empezar con el repaso de esta actividad que regresa a la Plaza Grande luego de algo más de dos años.

La ciudadana venezolana Leonela Nieves no entendió muy bien la respuesta, pero igual, junto a su esposo y sus dos hijas, con las que reside desde hace diez meses en Quito, se ubicaron debajo de un árbol para aprovechar la sombra. Cuando sonaron las primeras notas de la banda y aparecieron los soldados montados en los caballos no pudieron evitar la cara de sorpresa. ¡Naguará! se escuchó.

El cambio de guardia con público es una actividad que se implantó durante el Gobierno del expresidente Rafael Correa. Durante su mandato fue un acto continuo. En la administración de Lenín Moreno se fue haciendo irregular y en noviembre de 2019, luego de las violentas protestas indígenas de octubre, se empezó a vallar la Plaza y varios relevos de guardia se hicieron sin espectadores, ante el malestar de los dueños de los negocios de los alrededores que comenzaron a registrar pérdidas, en lugar de ganancias, con los relevos.

La declaratoria de la pandemia de la COVID-19 acabó por suspender este acto, pero el coronel Carlos Vela, comandante del Grupo Granaderos de Tarqui, le dijo a EXPRESO que la decisión del actual Gobierno es volver a retomar la actividad con la ciudadanía, aunque ahora será los martes y no los lunes como era al inicio.

“Aparte de ser un tema protocolario y castrense, la ceremonia militar es para que las autoridades y la ciudadanía conozcan la seguridad con la que cuenta el señor presidente. Muchos países tienen su relevo y cambio de guardia y es un orgullo para su gente”, dijo el oficial.

Sin embargo, para los capitalinos puede significar otras tantas cosas. Para Abraham Zurita retomar esta ceremonia es una buena noticia para recuperar algo que se iba haciendo tradición y que da vida al centro de la ciudad que ha quedado afectado luego de la crisis sanitaria por el coronavirus.

Una vendedora ambulante de agua y refrescos, que prefirió omitir su nombre, le dijo a este Diario que esperaba que “llegue mucha gente cada martes y haga buen clima” para poder vender sus productos, pero que los agentes municipales les permitan trabajar por lo menos ese momento. También presenció el repaso de la actividad que entre himnos y proclamas tienen una duración de aproximadamente treinta minutos.

Cuando concluyó la práctica, Leonela reconoció que no había escuchado antes el Himno Nacional de Ecuador y que hacerlo la emocionó porque en el país le ha ido bien y se empieza a sentir identificada, a la vez que le trajo algunos recuerdos de su tierra en donde se desempeñó como ingeniera en el Ejército.

Vela reconoció que parte de los objetivos de reactivar este formato del relevo es que tanto los habitantes de Quito como los viajeros internos y externos puedan contar con esta actividad como una alternativa fija si quieren visitar la ciudad.

El centro de Quito fue uno de los sectores más afectados a nivel comercial y turístico por el confinamiento obligado debido a la pandemia. Un buen número de locales tuvo que cerrar por varios meses. Unos cuantos pudieron reabrir cuando se relajaron las medidas de bioseguridad, pero otros definitivamente no lo lograron.

Pero cuando se empezaba a sentir en algo la reactivación económica en la zona vino el paro de junio. El casco colonial fue vallado por casi un mes y nuevamente volvieron los peores temores para los emprendedores de la zona.

Según un estudio de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ) la urbe perdió $ 341 millones en ventas, siendo el comercio, la industria manufacturera y los servicios profesionales los más afectados.