Aunque en las vías el color rojo para la gran mayoría sea sinónimo de detenerse, para unos cuantos es el momento de empezar. En la capital es habitual desde las nueve de la mañana encontrarse en ciertos semáforos del casco comercial del norte de la ciudad, a artistas deleitando con sus talentos a los conductores durante los segundos que dura el color rojo.

En la intersección de las avenidas Gaspar de Villarroel y Amazonas nos encontramos a un joven de 23 años haciendo malabares con una pelota de fútbol. Se llama Carlos Andrés, tiene 24 años, es de nacionalidad colombiana y fue nadador paralímpico. Al consultarle de su habilidad para hacer show con su pelota, nos corrige y explica que lo que realiza se llama ‘fútbol freestyle’. Él cuenta que desde los 15 años practica este arte sin importarle su pequeña estatura. Desde que está en Ecuador lo ejecuta con otros compañeros en los semáforos por la falta de contratos para desarrollarlo en eventos públicos o privados. Salió de su país por el poco apoyo que recibía.

“Actualmente estoy en el top 16 de mi país. Acá debo sortear mi día por el clima. Cuando llueve es imposible salir a trabajar. Muy pocas personas valoran nuestro arte, nosotros tratamos de dar una buena imagen como artistas callejeros, somos educados. No pedimos dinero estirando la mano, pasamos por el auto y la personas que nos llame, enhorabuena”, comenta un poco agitado por su última presentación antes de atendernos.

Carlos al día logra ganar hasta 15 dólares pasando cerca de siete horas en varios semáforos. Claro, en días considerados “buenos”, porque hay otros en los que logra ganar solo $ 5.

Dirigiéndonos un poco más al este de la ciudad, en las intersecciones de Shirys y Eloy Alfaro encontramos a dos grupos de artistas entreteniendo a los conductores que cerca del mediodía pasan por estas vías. Un grupo se dedica al ‘break dance’. Con un parlante pequeño a batería y ropa propia del baile, por 40 segundos hacen su presentación. “Esto nos apasiona”, nos dice muy efusivo Elimelec Jonás, de 23 años.

Junto a él está su compañero Julio Basabe, de 32 años, quien baila desde hace 16. Nos cuenta que le ha ido bien al bailar en un semáforo, pero extraña estar en eventos “porque hay buena paga, viáticos y reconocimiento al talento”. Sin embargo, nos revela que la falta de un mánager le complica acceder a estos espacios de trabajo. “Hemos tenido personas que nos piden nuestros números, pero nunca nos llaman”.

Y agrega que los semáforos que eligen son aquellos de vías por donde no transitan buses o muchos taxis, porque “no son su público objetivo”.

En el otro extremo, al ritmo de música otros artistas se ganan el día. Son tres. Con trompeta, tambor y guiro tocan canciones instrumentales. Son personas adultas que los fines de semana trabajan en agrupaciones musicales, pero por la crisis ahora deben conseguir dinero en los semáforos. Sus ganancias en un día pueden llegar hasta los $ 50, como también a los $ 15.

Sin embargo, cuentan que su trabajo se ve limitado por el control de la policía.