En 2022 ya se anunciaba que la vida útil del relleno sanitario El Inga, al nororiente de Quito, no superaría los dos años y que una crisis sanitaria ambiental podría avecinarse.

La capacidad de este espacio, construido en 2003 ya no era suficiente debido a que la disposición final de 2.400 toneladas de basura no descendía. A eso, la falta de campañas de reciclaje y tratamiento de los desechos orgánicos, como el mal manejo de los lixiviados (líquido que genera la basura), empeoraron el panorama.

Es así que, Pabel Muñoz, alcalde de la capital, anunció en su enlace semanal que existe la posibilidad de declarar en emergencia sanitaria a este espacio; así como también se abre la opción de construir un complejo ambiental donde se pueda dar tratamiento especial a los residuos orgánicos, a los reciclables y a la basura que finalmente no puede ser tratada.

“Vamos a ver la opción de declarar en emergencia la gestión de residuos sólidos. Se hallaron amontonadas en las estaciones de transferencia más de 2,5 toneladas de basura. Nos dijeron que no las habían evacuado porque estaban de salida los antiguos funcionarios. Todo eso, el nuevo gerente de Emgirs (Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos) junto con el equipo de trabajo lograron evacuar este fin de semana. Trabajaron las 24 horas. Es una vergüenza”, calificó el burgomaestre.

Con respecto a los riesgos que enfrentaría la ciudad y la gente por un posible colapso de este lugar, Franklin Vega, fundador de Bitácora Ambiental y experto en el tema se pronunció.

“Físicamente ya no hay dónde enterrar la basura y en medio están varios negocios que terminan perjudicando a la ciudad. Sobre los lixiviados todos los contaminantes van río abajo y esas aguas son utilizadas para la agricultura y ganadería. Es decir, la ciudad está envenenando al campo. El otro riesgo, es el del colapso; lo cual generaría una gran avalancha de basura”.

El exalcalde de la ciudad, Roque Sevilla, también abordó el tema y ratificó que está generando filtraciones de aguas contaminadas que están desembocando en los caudales naturales aledaños, contaminando ríos de la zona.

Pero también planteó tres soluciones para el tratamiento adecuado de la basura. “Reclasificar la basura es una de ellas. Una parte se debe destinar al reciclaje, otra a la combustión para generación de energía y otro para abono. Lo que no es reciclaje solo eso se debe llevar a una disposición final, a algún cubeto”, aclaró.

La clasificación de los desperdicios en tres diferentes tachos de basura, desde los hogares es una de las primeras acciones que se debe ejecutar. Solo así será posible reducir las toneladas que se producen en la capital.

“También se deben establecer plantas de combustión alto con arco voltaico. Esto hace que desaparezca gran parte de la basura para evitar se acumule en un solo sitio y evitar la emisión de metano que tiene una molécula más grande de CO2 y genera efecto invernadero. Con la parte biológica se puede generar abono o para la combustión y generar energía a alta temperatura, reduciendo la emisión de gases invernadero”, finalizó.