Es común ver grietas, fisuras y pintura desprendida en los edificios de Quito, sobre todo en los que pasan de los diez o quince años de antigüedad.  Es una imagen tan cotidiana, que pocos se cuestionan los efectos a largo plazo ocasionados por la humedad. Al menos hasta que acontece una tragedia.

A fines de enero, un pedazo de concreto se desprendió de un edificio en las avenidas de Los Shyris y Portugal, matando trágicamente a un joven que se encontraba en el lugar.

El mes pasado, un informe preliminar del incidente, elaborado por la Agencia Metropolitana de Control (AMC), el Cuerpo de Bomberos de Quito y la Secretaría de Seguridad y Gestión de Riesgos, arrojó los primeros resultados: la causa del accidente fue un desprendimiento de mampostería por razones de humedad.

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Lira Villalva, supervisora de la AMC, indicó en una entrevista a un medio local que el caso “no se encuentra en un ambiente de infracción administrativa que podría el Municipio intervenir, sino más vale en un ambiente civil donde podría haber responsabilidades tanto de los administradores como de los constructores, de acuerdo a cómo lo establezca el órgano jurisdiccional competente”.

Pero, ¿Qué tan comunes son los incidentes de este tipo?

Sebastián Prado, arquitecto especializado en impermeabilización, señaló que, si bien el desprendimiento de pedazos de muro, cemento o los daños a la estructura por humedad son extremadamente raros, pueden suceder, sobre todo si no existe un mantenimiento adecuado.

“Si hace mucho frío, no basta salir solo con una chaqueta, sino con guantes, gorra, bufanda. Una construcción es como una persona, se debe proteger desde los cimientos hasta la cubierta y se debe impermeabilizar para que no entre la humedad”, explica.

Prado señala que, según un estudio especializado en edificaciones, al menos 85 % tienen problemas o daños producto de la humedad. Las causas son varias: construir sin impermeabilizar los cimientos, utilizar productos que no sirven para evitar filtraciones, como el plástico y el deterioro de los materiales.

Afirma no obstante, que gran parte de esta situación se genera por la falta de mantenimiento.

“Las personas creen que una vez construida, la casa o el edificio dura para siempre, y ven el mantenimiento como un gasto, no como una inversión. Dejan que el tiempo pase, y luego notan los problemas cuando han avanzado mucho”, agrega.

Los responsables de esta labor son los dueños de los inmuebles, agrega Leopoldo Ocampo, presidente de la Cámara de la Construcción de Pichincha.

“La ley determina que el constructor tiene responsabilidad durante diez años, pero esa responsabilidad se extiende a tres causales: daños estructurales del inmueble, negligencia en la construcción, o uso de mal material. La falta de mantenimiento que un propietario dé no le corresponde al constructor”, aclara el representante.

Desafortunadamente, hay vacíos legales en cuanto a las situaciones que se puedan generar por las afectaciones en edificios donde no se da mantenimiento.

Si bien la AMC revisa permisos de construcción y verifica que cumplan con los planos estipulados, este control no se extiende a inmuebles terminados.

La competencia de la entidad aborda, adicionalmente, el cuidado de aceras y lotes baldíos, pero no de la fachada.

La obligatoriedad de mantener la parte exterior en buen estado solo se aplica a bienes patrimoniales, pero no a inmuebles comunes. A estos solo se los puede exhortar al cuidado.

Para Ocampo, los incidentes a futuro deben ser evitados con una buena política de prevención. “Es vital que la gente entienda que no dar mantenimiento es un peligro para ellos y para los demás”, dice.

La tragedia que marcó a Miami

En junio de 2021, Miami lloró la tragedia del edificio Champlain Towers South, que colapsó, matando a 98 personas en Estados Unidos.

Más de un año después, un informe arrojó los motivos del colapso: daños estructurales mayores asociados a la humedad y la corrosión por la cercanía del mar. La inspección detectó daños graves en la losa de concreto debajo de la plataforma de la piscina y “abundante” agrietamiento y desmoronamiento en las columnas, vigas y paredes del estacionamiento debajo del edificio.

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