Las cicatrices del aluvión del 31 de enero del 2022 aún son evidentes en la casa de Segundo Chalco. Dos años después de la devastadora avalancha de lodo, la vivienda permanece inhabitable, con las marcas del desastre grabadas en sus paredes.

Puertas y ventanas destrozadas, electrodomésticos inservibles, un espacio inhóspito donde la vida se ha detenido. La nuera de Chalco, quien vivía allí con las nietas del adulto mayor, se vio obligada a abandonar el lugar y buscar refugio en otro hogar.

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Para evitar que la casa fantasma fuera tomada por intrusos, Chalco no tuvo más remedio que tapar puertas y ventanas con ladrillos. Un triste recordatorio de la tragedia que enfrentó La Comuna de Santa Clara de San Millán y La Gasca, noroccidente de Quito, tras el aluvión que dejó pérdidas materiales y también segó la vida de 28 residentes.

Para Chalco, reparar su vivienda no fue tarea fácil. La ayuda del Municipio, según él, fue mínima e insuficiente para cubrir los daños causados por la avalancha. Con la ayuda de préstamos, logró construir un muro de contención de 1.200 metros en su terreno, una medida necesaria para proteger su propiedad de futuras tragedias y de la delincuencia.

El terreno de Chalco es extenso y alberga no solo su vivienda, sino también la casa de su hijo, que también sufrió daños considerables. Además, cinco pequeñas habitaciones que utilizaba para arrendar fueron completamente arrasadas por el aluvión, dejando solo las marcas de su existencia en el suelo.

Gracias a donaciones y préstamos, Chalco consiguió cerrar su vivienda un año después del desastre. Sin embargo, la tristeza aún es visible en su rostro y en cada rincón de su propiedad.

En la cancha de ecuavóley, convertida en un espacio de memoria, los vecinos se reunieron para recordar a las víctimas. Janeth Cañaveral, vestida de negro y con una fotografía de su hermana y cuñado en las manos, no pudo contener las lágrimas. Ellos fallecieron en el aluvión, dejando tres niños en la orfandad.

Janeth denuncia que las promesas de ayuda para los niños huérfanos no se han concretado. “Mi sobrina está en la escuela, mi mami paga el recorrido. Ofrecían el bono de la orfandad y ahora ya no existe el bono, todo quedó en ofrecimientos y en actas”, lamenta.

Las familias afectadas por el aluvión no solo lidian con el dolor y la desolación, sino también con la incertidumbre de un futuro sin el apoyo prometido por las autoridades. Dos años después siguen exigiendo justicia y el cumplimiento de las promesas que les dieron esperanza.

María Belén Proaño, secretaria de Inclusión Social, reconoce que si bien se brindó atención humanitaria inmediata, todavía quedan pendientes acciones prometidas por la administración anterior.

Según Proaño, solo se entregaron becas a 15 estudiantes por un monto único de 450 dólares, siguiendo el código municipal. La secretaria argumenta que el código limita el apoyo a sola una vez y al monto de un salario básico unificado.

Actualmente, la funcionaria dice que se está trabajando en articular los servicios sociales para atender las necesidades de la población afectada por el aluvión.

En una primera etapa, la administración anterior ofreció la construcción de kioscos, capacitando a 25 personas para su manejo. Sin embargo, la asignación de los espacios no se llegó a concretar.

La actual administración ha retomado el proyecto y ha definido los sitios donde se ubicarán los kioscos. Se espera que en este mes de febrero sean entregados de manera permanente a las familias beneficiadas. Para ello, se realizó un sorteo público para su asignación.

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