Cuando magistrados demuestran, reiteradamente, ignorancia de la ley, parcialidad y otra suerte de vicios, es dable plantear si el remezón que requiere la administración de justicia demanda un nuevo paradigma. El dicho de propios y extraños de que la justicia ecuatoriana es la mejor que el dinero y la influencia pueden comprar es duro, e injusto para aquellos jueces íntegros y limpios que también existen, pero que no deja de tener contenidos de verdad.

Hay episodios recientes que abundan en violaciones a la Constitución y desprecio al ordenamiento institucional; en abierta prevaricación y juzgamiento de casos en base a temas que no son parte de los procesos. Esto contrasta con la efectiva mediación de la justicia americana que ha logrado la condena de más de una docena de bribones, protagonistas de los casos más sonados de los últimos años.

Tercerizar la justicia propone trasladar (como ya se lo ha hecho en los casos de litigios mercantiles o profesionales a la mediación y arbitraje) a juzgamiento por magistrados idóneos e independientes, a los reos de violaciones contra la fe pública pues, al final del día, quienes pagan las cuentas de los corruptores y los corrompidos son los contribuyentes.