Está asumido por los ecuatorianos que vacunar es una clave de la reactivación económica y por eso la meta de nueve millones de inoculados al más breve plazo posible, para que la gente pueda salir a trabajar con menos riesgo de enfermarse y porque, además, el virus muta y la protección inmunológica puede perder su efecto.

Una vez puesta bajo control la pandemia de la Covid-19, es indispensable la contribución del sector empresarial, invirtiendo sus capitales de modo que se generen nuevas plazas de trabajo.

Un factor ‘sine qua non’ para que así ocurra es la confianza: el gobierno de Lasso la ha producido en alto grado. Y bien se sabe que la confianza es un intangible poderoso para estimular la inversión nacional y la extranjera.

Corresponde entonces a quienes poseen mayores bienes de fortuna no escamotearle a la República la posibilidad de ponerlos a producir bienestar.

Están claras las reglas del juego, hay optimismo en el ambiente, el riesgo país está en descenso. Corresponde “arrimar el hombro”, poniendo por delante el interés nacional.

Como en pocas ocasiones previas, la situación exige altruismo.