Por más que se intente defender la idea de que es prioritario construir un nuevo aeropuerto para Guayaquil, la realidad grita lo contrario. Lo acontecido los últimos días ha dejado claro que la ciudad tiene un déficit creciente en transportación pública y que afronta cada vez más altas temperaturas. 

Ambas problemáticas afectan directamente al bienestar de la población, por lo que deberían atenderse con urgencia, destinando a ello los escasos recursos con que cuenta la Municipalidad. 

La suspensión de circulación de las unidades de la Troncal 2 de la Metrovía ha significado una afectación muy grave a la movilización ciudadana, debido a la incomodidad generada por el exceso de pasajeros en las troncales que continúan operativas y el incremento del costo de transportarse al tener que improvisar nuevas rutas y medios de desplazamiento. 

Asimismo, la ola de calor que soportó Guayaquil evidenció las consecuencias de que sea una ciudad donde prima el cemento, con poquísimas áreas verdes y con el agravante de la gran cantidad de árboles que murieron por la plaga de cochinilla, incrementando el índice verde negativo. Sin embargo la Alcaldía anuncia un plan de arborización recién para 2026.

Reforestar y optimizar el transporte público son las verdaderas prioridades del Puerto Principal. Ambos temas deben solucionarse sin dilaciones.