Al principio el agua y luego Guayaquil

En definitiva, es hora de no detenernos a repensar y redescubrir por qué y cómo la condición y la estructura hídrica de la cuenca del Guayas y la ciudad-puerto no se pueden separar del Guayaquil con ese pasado-presente.
Esta frase metafórica cuestiona el abandono al vínculo hídrico de la ciudad y provincia. Pocos urbanistas, peor los políticos, con mucha ignorancia socioeconómica y urbana, desconociendo la historia de la ciudad-puerto, se preguntan por qué Guayaquil se originó desde el mar al cerro, los ríos y esteros. Muchos charlatanes, con información superficial y pobres de memoria, hablan y prometen cada vez más tonterías fantasmales de supuestos “sueños locos” que realizarán. Ellos omiten la pregunta fundamental respecto al llano tropical, la presencia del golfo, los esteros y la penetración del Pacífico al Guayas, Daule y Babahoyo, siguiendo su ruta por las decenas de esteros.
Pero si dejaran su académica ignorancia y recorrieran el malecón sabrían que el océano Pacífico, con sus aguas salobres, se lleva amigablemente con las dulces del Guayas, Daule y Babahoyo. Y que los esteros son parte fundamental y estructuradora del ser y la identidad urbana de la cuna del capitalismo agromercantil y comercial, de la Colonia a nuestros días, puesto que “al principio eran las aguas dulces” de sus ríos y su fluir, al encuentro del océano Pacífico. Eso hace y teje el hábitat geoespacial, ecológico y medioambiental de Guayaquil-Guayas.
Por esto la recuperación del centro clásico se vincula, como tarea y accionar socioeconómico, espacial-urbano a la vida hídrica, pues esta es la base identitaria de su pasado-presente agromercantil y comercial del capitalismo suigéneris. Esto tiene que ver mucho con su relación y vínculo con el Pacífico, los ríos y los esteros. El malecón, la Bahía, los monumentos de Olmedo, Bolívar-San Martín son parte de esa valiosa historia agromercantil y comercial del cacao, banano, pesca y camaroneras. Ello hace imprescindible que los candidatos a los gobiernos locales comprendan que en Guayaquil-Guayas y todo su entorno “al principio era el agua” y que el cemento y el neón no desplazarán ni reemplazarán nuestra valiosa historia, de ayer y hoy.
En definitiva, es hora de no detenernos a repensar y redescubrir por qué y cómo la condición y la estructura hídrica de la cuenca del Guayas y la ciudad-puerto no se pueden separar del Guayaquil con ese pasado-presente. Es un vínculo socionatural e histórico.