Ilustración para columna de Tania
Columna Mala memoriaIlustración Teddy Cabrera

Mala memoria

Esos enemigos de ayer, convertidos en amigos de hoy es lo que me sabe mal, un pacto pegado con babas, listo para romperse cuando sus intereses no coincidan.

Dicen que uno de los secretos de la felicidad es tener mala memoria. Pero vaya que es difícil olvidar, especialmente aquello que nos marcó, para bien o para mal. Por eso no dejo de sorprenderme con quienes pueden borrar fácilmente sus recuerdos, y hacer como Thalía lo dice en su famosa canción ‘No me acuerdo’, en cuyo estribillo insiste “y si no me acuerdo, no me acuerdo, no pasó”…

Solo que la humillación del correísmo a Pachakutik sí pasó y hay imágenes que se quedaron en la retina de tantos: Guadalupe Llori arrastrada por un piquete de policías. Lourdes Tibán recibiendo una paliza cerca de la Asamblea, despojada de su sombrero e intentando afectar su honra. Salvador Quishpe despeinado y lleno de tizne, apresado. Cléver Jiménez perseguido y espiado dentro de su propia casa y obligado a refugiarse en Sarayacu (junto a Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa). Yaku Pérez, golpeado y amedrentado, mientras su mujer Manuela era expulsada del Ecuador. Puedo seguir, pero sé que no es necesario. Aunque muchos no lo hemos olvidado, unos pocos pareciera que sí, o fingen sin dignidad, aun siendo parte del movimiento indígena. Acabamos de verlos, pactando, con aquellos que representan a sus enemigos…

Hablo de unos cuantos legisladores de la Asamblea Nacional que el martes último daban soporte a la nueva mayoría que ya se vio reflejada en la censura y destitución de Ruth Arregui como superintendenta de Bancos. De nada sirvieron sus explicaciones con respecto al señalamiento de haber hecho poco o nada en el caso Big Money. Ruth Arregui dijo que notificó a la Fiscalía sobre las irregularidades descubiertas, pues no tenía otras facultades.

Horas después, ese mismo día, el contralor era mencionado en redes sociales, acaso presionándolo para renunciar. Le advertían a Carlos Riofrío que pronto iban por él, porque a los 47 votos de UNES, se sumarían 12 socialcristianos y con los 11 “rebeldes” de Pachakutik se consolidaba la mayoría absoluta de 70 votos. No sería necesaria la Izquierda Democrática, aun cuando sus votos ya estuvieron a la orden para la destitución de Ruth Arregui.

El cambio de fuerzas en el Legislativo ya lo había alertado la propia presidenta de la Asamblea, con un mensaje bochornoso para su partido, Pachakutik, denunciando intentos desestabilizadores, con lo cual coincidió el presidente Guillermo Lasso, respaldándola. La división dentro del movimiento indígena había alejado a 11 legisladores autoproclamados “patrióticos y rebeldes” dispuestos a seguir la línea marcada por Leonidas Iza, otra figura desmemoriada de la Conaie, aparentemente dispuesto a provocar la caída de su compañera Guadalupe Llori.

Esos enemigos de ayer, convertidos en amigos de hoy es lo que me sabe mal. Como si unos y otros no se tuvieran desconfianza; como si este pacto de ahora no estuviera pegado con babas, listo para romperse en la primera oportunidad en que sus intereses no coincidan.

A esto se suma la guerra no declarada entre el oficialismo y el Partido Social Cristiano. Como si sus asambleístas pudieran esconder el encono que existe; el afán de revancha, de venganza, de aplastar a los otros…

Así las cosas y con nueva mayoría, la era de los juicios políticos ha llegado para quedarse y el botín más preciado es el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. 4 vocales de ese llamado Quinto Poder ya están advertidos con el enjuiciamiento en la Asamblea y aunque debieran esperar su turno, la nueva mayoría es capaz de ponerlos adelante en la lista, con el fìn de tomarse el organismo encargado de nombrar contralor, procurador, Consejo Electoral y más…

Nada ha cambiado en la Asamblea escucho decir por doquier… Yo discrepo. Escucho voces potentes, con las que puedo no estar de acuerdo, pero provienen de personajes coherentes y consecuentes… En ellos no hay la memoria selectiva con el pasado; la indignidad de dejar pasar la humillación, la persecución y más… Martín Lutero decía que “al final recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”. ¿Pero son amigos de verdad los que callan? ¿Los que por conveniencia hacen silencio? Hay respuestas penosas en esta Asamblea Nacional.