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Rubén Montoya: No solo Chile es el que arde

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Hay un patrón que ojalá no nos llegue. Los incendios este año andan disparados: da igual si son en Colombia, Brasil, Argentina, Chile...

Desde el sábado pasado, las imágenes que vienen desde Chile son muy dolorosas. Es la peor tragedia después del terremoto de 2010, el incendio que mayor cantidad de víctimas ha dejado, y para cerrar su condición de auténtica tragedia, el directivo principal del organismo que alerta de los desastres ha confirmado lo inimaginable: que el grueso de los incendios fue intencionado. Para que entendamos la magnitud: cuando existe un incendio, suele haber un frente que atacar, a lo sumo dos focos que repeler, pero el de Valparaíso llegó a tener nueve focos simultáneos. La maldad humana es infinita.

¿Por qué habría de afectarnos la tragedia de Chile? Se lo pregunto porque arrieros somos y en el camino andamos: usted y yo somos de los que toman un café y decimos “uy, qué pena” y listo. Siguiente noticia. Pues debería espantarnos, no porque seamos enanamente solidarios, que no lo somos, sino porque hay un patrón que ojalá no nos llegue. Los incendios este año andan disparados: da igual si sean en las inmediaciones de Bogotá (subieron de 4 a 21 en estos días), en los humedales del Pantanal brasileño, o en pleno Parque Nacional de los Alerces, sur de Argentina, que lleva ya una semana y no puede ser controlado. Ah, y que también fue intencionado. No solo Chile es el que arde…

El balance de daños es triste: en apenas dos años, Chile ha perdido una extensión de tierra (y bosques) dos veces más grande que Guayaquil, y el actual flagelo en Valparaíso ha dejado sin casas a una población mayor a la de Salinas. Lo repito: es como si Salinas desapareciese del mapa. Y cuando se cuente bien a las víctimas, habremos perdido no menos de 300 chilenos. Desde el fin de semana, una multitud que podría llenar dos veces el quiteño Coliseo Rumiñahui no tiene hogar donde pasar la noche.

Esa postal dantesca no será exclusiva de Chile, tomen nota. Por ahora, apenas me cuestiono: si en el país más desarrollado de América del Sur falló su sistema de prevención de desastres, sobre todo porque los focos intencionales fueron muchos y no hay modo de atajar a tanto desalmado, ¿qué pasaría en Ecuador con un incendio de dimensiones?