El año 1982 el Ecuador debió enfrentar al fenómeno de El Niño. Sus efectos fueron devastadores. Llovió torrencialmente durante un año y el país “se fue a pique”. Se desbordaron ríos, se destruyeron carreteras y miles de familias tuvieron que ser evacuadas. 

La camaronera que tenía en el canal de Jambelí no escapó a la debacle. Se rompió un muro, perdimos 20.000 libras de camarón y no pudimos trabajar durante un año. Sobrevivimos gracias a un hecho puntual: teníamos ahorros.

Aunque de distinta forma, en la década del 90 debí afrontar otra crisis. Nuestras exportaciones bananeras reguladas por la ley de oferta y demanda, principio fundamental del libre mercado, se vieron afectadas por las licencias impuestas por la Comunidad Económica Europea. Eso ocasionó una baja descomunal de nuestros “cupos” y los productores bananeros teníamos que presenciar cómo semanalmente nuestros camiones repletos de fruta de primera calidad eran desechados en el puerto. Luego de algún tiempo cortando banano y enviándolo para ser rechazado, difícilmente una unidad productiva podía resistir. La mía no fue la excepción. Pero nuevamente salí del paso gracias al ahorro.

Si el inútil que nos gobernó durante la cleptocracia hubiera tenido la oportunidad de administrar aunque sea una tienda de barrio, hubiera aprendido que la existencia se encuentra plagada de acontecimientos imprevisibles. Que el ahorro es el único recurso del cual dispone una colectividad para afrontarlos. Que los gobernantes deben responder -incluso penalmente- por sus actos; y que dejar al país sin recursos para encarar una tragedia como la actual le impide volver a acceder a ningún cargo de gobierno. No solo por 25 años como acaban de dictaminar 3 jueces en descarada violación del art. 113.2 de la Constitución, sino jamás.

Es increíble que la Constitución lo mate políticamente y la sentencia lo resucite aplicando la consulta popular de febrero. Si la Constitución prohíbe ser candidato a los condenados por cohecho ¿por qué “entubaron” dándole oxígeno al cadáver? Piensa mal y acertarás, enseña la sabiduría popular.