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Roberto Aguilar: El simulacro del gran gallito

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Metido en una guerra contra el narcotráfico, no parece preocuparle al presidente la paradoja de estar subsidiándoles los combustibles al enemigo.

El intercambio de puyazos entre Daniel Noboa y Leonidas Iza es un simulacro de mutuo beneficio. Al presidente de la República le conviene aparecer haciéndose el gallito en todas las entrevistas que concede, lanzando advertencias contra la Conaie y tratando a su líder máximo con tono displicente, como si el país estuviera en las vísperas de un nuevo alzamiento nacional. El dirigente indígena, sin duda, agradece la oportunidad que el presidente le concede para grabar videos incriminatorios en su contra y mantener así viva su imagen de dinamitero oficial de la nación que, de otra manera, no pintaría nada en las actuales circunstancias. Así, fingiendo un conflicto inexistente, uno y otro mantienen contentas a sus respectivas bases. La verdad es que no hay razón para tanta alharaca. Ni Daniel Noboa piensa mover un ápice el estado de cosas relacionado con el subsidio a los combustibles (única razón que justifica la existencia de un dirigente indígena, por lo demás, inservible), ni Leonidas Iza tiene motivos para organizar una protesta contra el gobierno en pleno estado de emergencia nacional y conflicto armado interno, aunque nunca faltan deplorables productores de contenidos digitales que le plantean la posibilidad nomás para que se luzca.

Sin embargo, la eliminación del subsidio a los combustibles sería doblemente provechosa para un gobierno (un hipotético gobierno) interesado en sacar al país del hueco en que se encuentra: ayudaría a cubrir el déficit fiscal que no se arregla ni remotamente con el incremento del IVA, y dejaría sin gasolina barata a los procesadores de cocaína que exportan su producto desde los puertos ecuatorianos. Metido en una guerra contra el narcotráfico internacional que se ha convertido, dice, en la prioridad de su gobierno, no parece preocuparle al presidente la paradoja brutal de estar subsidiándole la gasolina al enemigo. Más le preocupa el pernicioso efecto que tendría la eliminación de los subsidios sobre las cifras de su popularidad. Seguramente porque su reelección es más prioritaria que otras cosas.

“Tenemos que tener focalización de los subsidios mientras vamos mejorando la eficiencia energética”, dijo el presidente en una entrevista con periodistas de Teleamazonas en el Salón Amarillo de Carondelet. Con “mejorar la eficiencia energética” alude a dos cosas: la primera, cambiar el sistema nacional de transmisión eléctrica, un cuento que le quedó bien bonito en el debate de la primera vuelta pero no está para nada claro por qué lo trae a colación ahora y cómo se relaciona con la focalización del subsidio; la segunda, construir una nueva infraestructura de refinación de crudo que, según él pero tampoco explica cómo, ayudará a mantener un precio de los combustibles inferior al del mercado internacional. No hace números el presidente Noboa; no cuenta cuál es el proyecto; o el cronograma; o el presupuesto. Él habla nomás, está en campaña. Lo único que queda claro es que, para eliminar o focalizar el subsidio y liberar esa millonada de dólares anuales con los cuales se podría cubrir el déficit fiscal, el presidente espera contar con otra millonada de dólares no menor para construir una obra pública que ni siquiera ha aterrizado sobre el papel. Sueños de perro. ¿Cuándo, entonces, piensa eliminar o focalizar el subsidio a los combustibles? Nunca. Pero se pelea con Leonidas Iza como si lo fuera a hacer mañana. Por los votos, claro.