La vacuna

Cuando el Estado es incapaz de ejercer la autoridad que le confiere el monopolio de la fuerza, no tardará en descubrir que tendrá otros competidores
Hace unos años, cuando se produjo una muerte violenta que causó alarma social en la ciudad de Guayaquil, un oficial de Policía de alto rango dijo que la situación no revestía mayor peligro para la comunidad porque era una muerte que se produjo entre bandas de delincuentes.
Cuando hay impunidad en la muerte de una persona, el estímulo perverso es resolver cualquier tipo de problema de esa manera.
Hoy no solamente la violencia criminal azota a los delincuentes entre ellos, sino que se ha extendido. Una situación tangible de la impunidad del crimen organizado, pero con una aceleración geométrica, está ocurriendo con la extorsión. En un momento, no hace mucho, era a pequeños comerciantes, a veces informales, algún contratista de obra pública en algún barrio periférico, pero ahora no se salvan ni las organizaciones de caridad. Pocos son los comercios en cualquier lugar de la ciudad, entidades de acción social en barrios periféricos, constructores de obra pública, etc., que no han recibido amenazas de daño físico o de muerte, y en no pocos casos también, quienes se han negado a pagar han sido víctimas mortales de su valiente decisión.
Este es un momento crítico para desarticularlos, pues si el proceso se lo deja avanzar, la estructura de estas organizaciones se fortalecerá.
Cuando se intimida, extorsiona y extrae recursos a una pequeña, mediana o incluso gran empresa, se está destruyendo su capacidad de supervivencia económica, el empleo formal, los impuestos que paga, el servicio honesto que presta a sus clientes y el pago a sus proveedores; pero se destruye algo mucho más profundo, que es la conciencia ciudadana y la confianza en el Estado.
Esta no es una lucha solo de la fuerza pública, es una lucha de todos, pero es la fuerza pública y el poder Judicial quienes tienen que liderar la lucha. Es el Estado quien le debe protección a sus ciudadanos, históricamente para eso se crearon los Estados.
Cuando el Estado no es capaz de ejercer la autoridad que le da el monopolio de la fuerza, estimula a los ciudadanos a tomar la fuerza y la justicia en sus manos. ¿Eso quieren?